1 Reyes 20:1-43

1 Entonces Ben-hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército. Estaban con él treinta y dos reyes, con caballos y carros. Luego subió, sitió Samaria y combatió contra ella.

2 Después envió mensajeros a la ciudad, a Acab, rey de Israel, diciendo:

3 “Así ha dicho Ben-hadad: ‘Tu plata y tu oro son míos; tus mujeres y los mejores de tus hijos son míos’”.

4 El rey de Israel respondió diciendo: “Como tú dices, oh mi señor el rey, yo soy tuyo con todo lo que tengo”.

5 Volvieron otra vez los mensajeros y dijeron: “Así dice Ben-hadad: ‘Por cierto, te envié a decir que me dieras tu plata, tu oro, tus mujeres y tus hijos.

6 Mañana a estas horas te enviaré mis servidores, los cuales registrarán tu casa y las casas de tus servidores. Y sucederá que tomarán con sus manos y se llevarán todo lo precioso que tengas’”.

7 El rey de Israel llamó a todos los ancianos del país y les dijo: — Sepan, pues, y vean cómo este no busca sino el mal; porque ha enviado por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y mi oro; y yo no se lo he negado.

8 Y todos los ancianos y todo el pueblo respondieron: — No lo escuches ni accedas.

9 Entonces Acab respondió a los mensajeros de Ben-hadad: — Díganle a mi señor el rey: “Haré todo lo que enviaste a exigir a tu siervo al principio, pero esto no lo puedo hacer”. Los mensajeros fueron y le dieron la respuesta,

10 y Ben-hadad envió a decirle: “Así me hagan los dioses y aun me añadan, si el polvo de Samaria basta para llenar las manos de todo el pueblo que me sigue”.

11 El rey de Israel respondió y dijo: “Díganle: ‘No se jacte tanto el que se ciñe como el que se desciñe’”.

12 Y sucedió que cuando él oyó estas palabras, mientras bebía con los reyes en las cabañas, dijo a sus servidores: — ¡Tomen posiciones! Y tomaron posiciones contra la ciudad.

13 He aquí, un profeta se acercó a Acab, rey de Israel, y le dijo: — Así ha dicho el SEÑOR: “¿Has visto toda aquella gran multitud? He aquí, yo la entregaré hoy en tu mano, para que reconozcas que yo soy el SEÑOR”.

14 Acab preguntó: — ¿Por medio de quién? Y él respondió: — Así ha dicho el SEÑOR: “Por medio de los jóvenes de los jefes de las provincias”. Y Acab preguntó: — ¿Quién comenzará la batalla? Él respondió: — Tú.

15 Acab pasó revista a los jóvenes de los jefes de las provincias, los cuales eran doscientos treinta y dos. Después de ellos, pasó revista a todo el pueblo, a todos los hijos de Israel, que eran siete mil.

16 Y estos salieron al mediodía, mientras Ben-hadad estaba bebiendo hasta emborracharse en las cabañas con los reyes, los treinta y dos reyes que habían venido en su ayuda.

17 Los jóvenes de los jefes de las provincias salieron primero. Ben-hadad había enviado a algunos, quienes le informaron diciendo: — Unos hombres han salido de Samaria.

18 Él dijo: — Si han salido para hacer la paz, préndanlos vivos. Y si han salido para combatir, préndanlos vivos.

19 Salieron, pues, de la ciudad los jóvenes de los jefes de las provincias, y tras ellos salió el ejército.

20 Y cada uno mató al que venía contra él; y los sirios huyeron, e Israel los persiguió. Pero Ben-hadad, rey de Siria, se escapó a caballo con algunos jinetes.

21 Entonces salió el rey de Israel, atacó los caballos y los carros, y ocasionó a los sirios una gran derrota.

22 Luego se acercó el profeta al rey de Israel y le dijo: — Ve, cobra ánimo; considera y mira lo que has de hacer, porque el rey de Siria volverá contra ti el próximo año.

23 Los servidores del rey de Siria le dijeron: — Sus dioses son dioses de las montañas; por eso fueron más fuertes que nosotros. Pero si combatimos contra ellos en la llanura, sin duda seremos más fuertes que ellos.

24 Haz, pues, así: Saca a cada uno de los reyes de su puesto, y pon gobernadores en su lugar.

25 Y tú, organiza otro ejército como el ejército que perdiste, caballo por caballo y carro por carro. Luego combatiremos contra ellos en la llanura, y sin duda seremos más fuertes que ellos. Él les prestó atención, y lo hizo así.

26 Y aconteció, al año siguiente, que Ben-hadad pasó revista a los sirios y fue a Afec para combatir contra Israel.

27 También se pasó revista a los hijos de Israel, y tomando provisiones les salieron al encuentro. Los hijos de Israel acamparon frente a ellos y eran como dos pequeños rebaños de cabras, mientras que los sirios llenaban el campo.

28 Entonces el hombre de Dios se acercó al rey de Israel y le habló diciendo: — Así ha dicho el SEÑOR: “Porque los sirios han dicho: ‘El SEÑOR es un dios de las montañas; no es un dios de los valles’, yo entregaré a toda esta gran multitud en tu mano, para que reconozcas que yo soy el SEÑOR”.

29 Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros. Y sucedió que al séptimo día se dio la batalla. Entonces los hijos de Israel mataron en un día a cien mil hombres de infantería de los sirios.

30 Los demás huyeron a la ciudad de Afec, pero el muro cayó encima de veintisiete mil hombres que habían quedado. También Ben-hadad fue huyendo a la ciudad y se escondía de cuarto en cuarto.

31 Sus servidores dijeron a Ben-hadad: — He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes. Pongamos, pues, cilicio sobre nuestras espaldas y sogas a nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel; quizás nos perdone la vida.

32 Entonces se ciñeron sus lomos con cilicio y pusieron sogas a sus cuellos, y fueron al rey de Israel y dijeron: — Tu siervo Ben-hadad dice: “Por favor, perdóname la vida”. Y él respondió: — ¿Todavía vive? ¡Es mi hermano!

33 Aquellos hombres tomaron esto como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra, diciendo: — ¡Tu hermano es Ben-hadad! Él dijo: — Vayan y tráiganlo. Ben-hadad se presentó ante Acab, quien lo hizo subir en su carro.

34 Luego le dijo Ben-hadad: — Yo restituiré las ciudades que mi padre tomó a tu padre. Tú también podrás establecer centros comerciales en Damasco, como mi padre hizo en Samaria. — Entonces con este convenio yo te dejaré ir libre. Hizo, pues, un convenio con él y lo dejó ir.

35 Entonces un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero, por mandato del SEÑOR: — ¡Golpéame, por favor! Pero el hombre rehusó golpearlo.

36 Y él le dijo: — Porque no has obedecido la voz del SEÑOR, he aquí que cuando te apartes de mí, te matará un león. Cuando se apartó de él, lo encontró un león y lo mató.

37 Luego se encontró con otro hombre y le dijo: — ¡Golpéame, por favor! El hombre le dio un golpe y le ocasionó una herida.

38 Entonces el profeta se fue y se puso de pie delante del rey en el camino, disfrazándose con una venda sobre los ojos.

39 Sucedió que cuando el rey pasaba, aquel gritó al rey y dijo: — ¡Tu siervo estuvo en medio de la batalla, y he aquí que uno se apartó trayéndome a un hombre y me dijo: “Guarda a este hombre, porque si llega a escapar, tu vida responderá por la suya o pagarás treinta y tres kilos de plata”.

40 Pero sucedió que mientras tu siervo estaba ocupado en una y otra cosa, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: — ¡Esa será tu sentencia! ¡Tú mismo la has pronunciado!

41 Entonces se quitó apresuradamente la venda de sus ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.

42 Y este dijo al rey: — Así ha dicho el SEÑOR: “¡Por cuanto soltaste de la mano al hombre que yo había designado como anatema, tu vida responderá por la suya, y tu pueblo por el suyo!”.

43 El rey de Israel se fue a su casa decaído y enfadado, y llegó a Samaria.

4. Rey Acab: Su malvado reinado y fin

CAPÍTULO 20 La guerra de Acab con los sirios y su victoria

1. El asedio y alivio de Samaria ( 1 Reyes 20:1 )

2. La victoria en Aphek ( 1 Reyes 20:22 )

3. La acción simbólica de un profeta y su mensaje ( 1 Reyes 20:35 )

En este capítulo se registran dos expediciones de Ben-adad (hijo del Sol) contra Israel. Cuando Ben-adad forzó la guerra e insultó al rey de Israel, Acab se preparó para la batalla. Entonces llegó un profeta a Acab, probablemente uno de los que Abdías había escondido. Trajo un mensaje del Señor. “Así ha dicho Jehová: ¿Has visto toda esta gran multitud? he aquí, la entregaré en tus manos hoy; y sabrás que yo soy el SEÑOR.

”De esto podemos deducir que debe haber tenido lugar un avivamiento espiritual en Israel después de la manifestación de Jehová en el Carmelo. Jezabel, después de su rabia por la acción de Elías, no se menciona de nuevo hasta después del fracaso de Acab. El Señor en misericordia le dio a Acab otra evidencia de que Él es el Señor y puede herir a los enemigos de Israel. Los sirios fueron derrotados. Otro mensaje le llegó a Acab a través del profeta.

Un año después, Ben-adad realizó otra expedición contra Israel. “Y vino un varón de Dios, y habló al Rey de Israel, y dijo: Así ha dicho Jehová, porque los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, pero no Dios de los valles, por tanto yo libraré toda esta gran multitud en sus manos, y sabréis que yo soy el SEÑOR ”. Siguió una gran victoria en Aphek. Pero Acab dejó vivir a Ben-adad, que había desafiado a Jehová.

Más que eso, lo trató como a un amigo y hermano, lo hizo subir a su carro e hizo un pacto con él. Al mostrar tal clemencia al enemigo de Dios, Acab reveló el estado de su alma. No tenía corazón para el Señor y estaba obligado a seguir sus malos caminos.

Entonces, el Señor le ordenó a uno de los hijos de los profetas (Josefo dice que era Micaías; 22: 8) que pidiera a otro profeta que lo golpeara. El profeta rechazó la obediencia incondicional exigida a un profeta y, por lo tanto, el juicio de Dios lo alcanzó. No obstante, el propósito de Dios al llevar el mensaje del juicio a Acab se lleva a cabo. Entonces Acab pronunció su propia condenación por mostrarse indulgente con Ben-adad.

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