Josué 22:1-34

1 Entonces Josué convocó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés,

2 y les dijo: — Ustedes han guardado todo lo que Moisés siervo del SEÑOR les mandó, y han obedecido mi voz en todo lo que yo les he mandado.

3 No han abandonado a sus hermanos en este largo tiempo, hasta el día de hoy; sino que han guardado los mandamientos que el SEÑOR su Dios les ha encomendado.

4 Ahora que el SEÑOR su Dios ha dado reposo a sus hermanos, como les había prometido, vuelvan y regresen a sus moradas, a la tierra de su posesión que Moisés siervo del SEÑOR les ha dado al otro lado del Jordán.

5 Solamente tengan mucho cuidado de poner por obra el mandamiento y la ley que Moisés siervo del SEÑOR les mandó: que amen al SEÑOR su Dios, que anden en todos sus caminos, que guarden sus mandamientos, que le sean fieles y que le sirvan con todo su corazón y con toda su alma.

6 Luego Josué los bendijo y los despidió, y ellos se volvieron a sus moradas.

7 Moisés había dado heredad en Basán a la media tribu de Manasés. Y a la otra media tribu Josué le dio heredad entre sus hermanos en el lado occidental del Jordán. Cuando Josué los envió a sus moradas, los bendijo,

8 y les habló diciendo: — Vuelvan a sus moradas con grandes posesiones: mucho ganado, plata, oro, bronce y muchos vestidos. Compartan con sus hermanos el botín de sus enemigos.

9 Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés regresaron y se apartaron de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus heredades, donde se habían establecido, según el mandato del SEÑOR por medio de Moisés.

10 Cuando llegaron a la región del Jordán, en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de aspecto imponente.

11 Entonces los hijos de Israel oyeron decir: “He aquí que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés han edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en la región del Jordán, en el lado de los hijos de Israel”.

12 Cuando los hijos de Israel oyeron esto, se reunió toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a combatir contra ellos.

13 Fineas, hijo del sacerdote Eleazar, fue enviado por los hijos de Israel a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad.

14 También fueron con él diez jefes, un jefe por cada casa paterna de cada una de las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de su casa paterna entre los millares de Israel.

15 Estos fueron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo:

16 — Toda la congregación del SEÑOR dice así: “¿Qué infidelidad es esta que han cometido contra el Dios de Israel, apartándose hoy de seguir al SEÑOR al edificarse un altar y rebelarse hoy contra el SEÑOR?

17 ¿Nos ha sido poca la maldad de Peor, de la cual aún no estamos purificados hasta el día de hoy, y por la cual vino una plaga a la congregación del SEÑOR?

18 Ustedes se apartan hoy de seguir al SEÑOR; y sucederá que hoy ustedes se rebelan contra el SEÑOR, y mañana él se airará contra toda la congregación de Israel.

19 Si les parece que la tierra que poseen es inmunda, pásense a la tierra de la posesión del SEÑOR, en la cual está el tabernáculo del SEÑOR, y establézcanse entre nosotros. Pero no se rebelen contra el SEÑOR ni se rebelen contra nosotros, edificándose un altar aparte del altar del SEÑOR nuestro Dios.

20 Cuando Acán hijo de Zéraj cometió transgresión con respecto al anatema, ¿no cayó la ira sobre toda la congregación de Israel? ¡Aquel hombre no pereció solo en su iniquidad!”.

21 Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los jefes de los millares de Israel:

22 — El Dios de dioses, el SEÑOR, el Dios de dioses, el SEÑOR, él lo sabe. Y que lo sepa Israel. Si ha sido por rebelión o por infidelidad contra el SEÑOR, que no nos libre en este día.

23 Si nos hemos edificado un altar para apartarnos de en pos del SEÑOR o para ofrecer sobre él holocausto u ofrenda vegetal o para ofrecer sobre él sacrificios de paz, que el SEÑOR mismo nos lo demande.

24 Pero en realidad lo hicimos así por temor de que en el futuro sus hijos digan a nuestros hijos: “¿Qué tienen que ver ustedes con el SEÑOR Dios de Israel?

25 Oh hijos de Rubén e hijos de Gad, ya que entre nosotros y ustedes el SEÑOR ha puesto por límite el Jordán, ustedes no tienen parte con el SEÑOR”. Así sus hijos harían que nuestros hijos dejaran de temer al SEÑOR.

26 »Por eso dijimos: “Preparémonos y edifiquémonos un altar, no para holocausto ni para sacrificio,

27 sino para que sirva de testimonio entre nosotros y ustedes, y entre las generaciones que nos sucederán, de que nosotros servimos al SEÑOR, en su presencia, con nuestros holocaustos, con nuestras ofrendas y con nuestros sacrificios de paz”. Entonces sus hijos no podrán decir a nuestros hijos en el futuro: “ustedes no tienen parte con el SEÑOR”.

28 Nosotros, pues, dijimos: “Si sucede que en el futuro ellos nos dicen esto a nosotros o a nuestros descendientes, responderemos: ‘Miren la réplica del altar del SEÑOR, la cual edificaron nuestros padres, no para holocaustos ni para sacrificios, sino para que fuera testimonio entre nosotros y ustedes’.

29 Lejos esté de nosotros el rebelarnos contra el SEÑOR, o el apartarnos hoy de seguir al SEÑOR, edificando un altar para holocaustos, para ofrendas vegetales o para sacrificios, aparte del altar del SEÑOR nuestro Dios que está delante de su tabernáculo”.

30 Cuando el sacerdote Fineas, los jefes de la congregación y los jefes de los millares de Israel que estaban con él oyeron las palabras que hablaron los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien.

31 Entonces Fineas, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: — Hoy reconocemos que el SEÑOR está entre nosotros, pues no han cometido esta infidelidad contra el SEÑOR. Ahora han librado a los hijos de Israel de la mano del SEÑOR.

32 Fineas, hijo del sacerdote Eleazar, y los jefes se apartaron de los hijos de Rubén y de los hijos de Gad; se volvieron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, y les informaron.

33 El informe agradó a los hijos de Israel, y los hijos de Israel bendijeron a Dios. No hablaron más de ir contra ellos en plan de guerra para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad.

34 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad llamaron al altar Ed, diciendo: “Porque es un testimonio entre nosotros de que el SEÑOR es Dios”.

III. LAS PALABRAS FINALES DE JOSHUA Y EL EPÍLOGO

1. Las dos tribus y media y el altar Ed

Capitulo 22

1. Discurso de Josué 22:1 ( Josué 22:1 )

2. Las tribus despedidas y su regreso ( Josué 22:7 )

3. El gran altar erigido ( Josué 22:10 )

4. Guerra propuesta ( Josué 22:11 )

5. La misión de Finees y la explicación ( Josué 22:13 )

6. La explicación aceptada ( Josué 22:30 )

7. El altar Ed ( Josué 22:32 )

Tenemos ante nosotros una hermosa escena. Josué, el anciano siervo de Dios, llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la mitad de Manasés. Su elección egoísta es seleccionar su porción de este lado del Jordán se encuentra en Números. Sin embargo, tuvieron que cruzar el Jordán con las otras tribus y ayudarlos en el conflicto ( Josué 1:12 ).

La promesa que habían hecho se cumplió concienzudamente y había llegado el momento de regresar a sus habitaciones. Josué los elogia por su fidelidad y los exhorta a amar al Señor, a andar en todos sus caminos, a guardar sus mandamientos, a unirse a él y a servirle. Ojalá que también prestemos atención a estas palabras. Solo si caminamos en todos Sus caminos y somos obedientes a Su Palabra, podremos disfrutar del compañerismo y las bendiciones espirituales que nos pertenecen. Regresaron con grandes riquezas, con plata, oro, bronce, hierro y vestidos.

Erigieron, después de su regreso a casa, un gran altar (en hebreo: un gran altar a la vista). Era de un tamaño inmenso, por lo que podía verse a lo largo y ancho como un testigo silencioso. Cuando el resto de Israel se enteró de este altar y pensó que significaba una adoración separada, instituida por estas dos tribus y media, estaban listos para ir a la guerra. Mostraron un gran celo por el Señor y estaban listos para llevar a cabo Su Palabra.

Ver Éxodo 20:24 ; Levítico 17:8 ; Deuteronomio 7:5 ; Deuteronomio 8:7 .

Pero aunque eran celosos, también exhibieron sabiduría y enviaron a Finees con diez príncipes para investigar la supuesta apostasía. La explicación sigue y es aceptada. El altar se llamó entonces Ed, que significa "testigo". Fue para dar testimonio entre ellos, que el Señor es Dios, y que las tribus, aunque separadas por el Jordán, son un solo pueblo. Pero, ¿dónde está hoy el testimonio en la cristiandad de que hay un solo cuerpo? Ese testigo parece haberse perdido.

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