Pero no hubo ninguno como Acab, que (i) se vendió a sí mismo para hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, a quien Jezabel su esposa incitó.

(i) Por el malvado consejo de su esposa se convirtió en un vil idólatra y un cruel asesino, como alguien que se entregó enteramente al servicio del pecado.

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