Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló, diciendo: He aquí ahora, las palabras de los profetas [declaran] bien al rey con (m) una boca: sea tu palabra, te ruego, como la palabra de uno de ellos, y habla [lo que es] bueno.

(m) Este es el argumento común de los malvados, que piensan que nadie debería hablar en contra de nada si la mayoría lo aprueba, por muy impíos que sean.

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