Por tanto, trajo sobre ellos al rey de los caldeos, que mató a espada (h) a sus jóvenes en la casa de su santuario, y no tuvo compasión del joven, ni de la doncella, ni del anciano, ni del encorvado por la vejez. (i) los entregó a todos en su mano.

(h) A dónde huyeron, pensando que se habían salvado para la santidad de ello.

(i) Lo cual no es porque Dios lo apruebe, que todavía es el ministro de su justicia, sino porque Dios con su justo juicio castigaría a este pueblo; porque este rey fue llevado con ambición y vana gloria, a las cuales se unieron furia y crueldad. Por tanto, su obra era condenable, aunque justa y santa de parte de Dios, que utilizó este instrumento inicuo para declarar su justicia.

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