No obstante, no quisieron oír, sino que endurecieron el cuello, como el cuello de sus padres, que no creyeron en el SEÑOR su Dios.

(f) De modo que alegar la autoridad de nuestros padres o la gran antigüedad, a menos que podamos probar que eran piadosos, es solo declarar que somos hijos de los impíos.

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