Pero fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y los brazos de Faraón caerán; y sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia, y él la extenderá sobre la tierra de Egipto.

(h) Por lo que vemos que los tiranos no tienen poder por sí mismos, ni pueden hacer más daño del que Dios designa y cuando Él quiere, deben cesar.

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