(i) El impío conspira contra el justo y rechina los dientes contra él.

(i) A los piadosos se les asegura que el poder y la astucia de los malvados no prevalecerán contra ellos, sino que caerán sobre sus propios cuellos y, por lo tanto, deben soportar pacientemente el tiempo de Dios, y mientras tanto, lamentarse por sus pecados y ofrecer sus lágrimas como un sacrificio de su obediencia.

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