El hebreo es una lengua muy concreta y poco abstracta; así, para designar lo que en lenguaje moderno se llama atmósfera, los judíos empleaban la expresión «bajo el cielo», indicando con ello lo que aparecía a sus ojos, o sea, el vacío que media entre la tierra y el firmamento. Esta región está poblada por las aves del cielo (Mr. 4:32; Dn. 4:9-18). También los griegos y romanos tenían esta misma opinión sobre el espacio que rodea la tierra, y además creían que en él vivían los espíritus malignos. San Pablo llama al Diablo «el príncipe de la potestad del aire» (Ef. 2:2). También será dominado por Jesucristo, al final de los tiempos cuando venga glorioso en poder y majestad (1 Ts. 4:17), y entonces los creyentes serán arrebatados por los aires y dominarán el espacio antes poblado por las fuerzas adversas. (Véanse VIENTO, ESPÍRITU)


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