La 1ª Epístola de Pablo a los Corintios fue escrita durante la prolongada estancia del apóstol en Éfeso (Ef. 16:8, 9, 19; Hch. 19), probablemente en el año 54 o 55 d.C. (algunos dicen el 57).

Pablo estaba muy preocupado por el estado de la iglesia de Corinto, que él había fundado hacía unos años. Les había escrito ya una vez para ponerlos en guardia contra la inmoralidad a su alrededor, y contra su influencia en la iglesia (1 Co. 5:9-10). Esta carta no ha llegado hasta nosotros. Posteriormente, recibió una delegación de corintios (1 Co. 16:17) y, por otra parte, informes acerca de las divisiones que desgarraban la iglesia (1 Co. 1:11). Antes había enviado a Timoteo a Corinto por Macedonia (1 Co. 4:17; 16:10), pero las últimas noticias le hicieron escribir esta epístola de inmediato. Ciertos exegetas creen que el mismo Pablo fue a Corinto, después de Éfeso, haciendo una breve visita, no relatada, a fin de imponer disciplina en la iglesia; ello lo deducen de 2 Co. 12:14; 13:1, en base a lo que él dice de ir a ellos «una tercera vez», en tanto que Hechos solamente nos habla de su primera visita. Según unos, esta visita hubiera sido anterior a la redacción de 1 Corintios; otros autores, sin embargo, la sitúan después.

(A) Autor.

La atribución de esta carta a Pablo está abundantemente atestiguada después del primer siglo. Clemente de Roma, la Didaché, Ignacio, Policarpo, Hermas, Justino Mártir, dan todos ellos testimonio de su autenticidad; Ireneo la cita más de 60 veces; Clemente de Alejandría, 130; Tertuliano, alrededor de 400 veces. El Canon de Muratori sitúa 1 Corintios en el encabezamiento de las epístolas de Pablo. Una buena cantidad de pruebas internas confirman que el apóstol es ciertamente el autor (cp. 1 Co. 1:1; 3:4, 6, 22; 16:21).

Toda la epístola se corresponde con el relato de Hechos y con lo que conocemos de una parte de la iglesia y de la ciudad de Corinto, y por otra de la vida y de las enseñanzas de Pablo.

(B) Importancia.

1ª Corintios tiene una gran importancia. Expone de una manera ordenada las cuestiones prácticas con respecto a la vida de la iglesia, y los puntos de doctrina que preocupaban a los fieles. La epístola está redactada con gran esmero; presenta argumentos irresistibles con respecto a la enseñanza, y resuelve con gran sabiduría los problemas morales y eclesiásticos; derrama mucha luz sobre el estado de las iglesias establecidas entre los paganos.

(C) Contenido.

Después de los saludos (1 Co. 1:1-9), se abordan las siguientes cuestiones:

(I) Las divisiones dentro de la Iglesia (1 Co. 1:10-4:21). Habían surgido facciones, que pretendían seguir a ciertos maestros, e indudablemente reflejaban ciertas tendencias teológicas particulares. Pablo menciona a los que son de Pablo, a los de Cefas, a los de Apolos, etc.; tomando indudablemente estos nombres a guisa de ejemplo, para no nombrar directamente a nadie. Pablo les declara que en realidad tenían todos que depender del Cristo crucificado. Les recuerda la autoridad inspirada con la que el Evangelio les fue anunciado al principio; y después muestra el papel secundario de cada predicador del Evangelio, incluso si se trata de un apóstol: no se debe hacer de nadie un cabeza de facción, sino buscar glorificar a Dios al nombrarse únicamente del nombre de Cristo.

(II) El deber de ejercer y de hacer observar la disciplina eclesiástica (1 Co. 5; 6), sobre todo en los casos de los pecados de inmoralidad: la iglesia de Corinto toleraba en su seno un ejemplo humillante.

(III) Instrucciones con respecto al matrimonio y al divorcio (1 Co. 7).

(IV) La libertad cristiana y las restricciones voluntarias en cuanto a los alimentos sacrificados a los ídolos (1 Co. 8-11:1). Pablo había renunciado libremente a sus privilegios para conseguir ganar el mayor número posible de almas (1 Co. 9). La libertad no debe transformarse en licencia, ya que todo debe ser hecho para la gloria de Dios (1 Co. 10-11:1).

(V) Advertencias contra ciertos abusos en el culto público, y el comportamiento de las mujeres en base a la posición relativa de Dios, Cristo, el varón, y la mujer (1 Co. 11:2-34), y en cuanto a la manera de celebrar la Cena del Señor.

(VI) Instrucciones con respecto a la apreciación, el ejercicio, y la disciplina en la utilización de los dones espirituales, y el valor supremo del amor (1 Co. 12-14).

(VII) Instrucción tocante a la doctrina de la resurrección de los muertos, acerca de la cual había algunos inclinados a la duda (1 Co. 15).

(VIII) Forma de actuar en cuanto a las colectas hechas para los cristianos de Judea, y conclusión a propósito de los viajes del apóstol y de sus circunstancias personales (1 Co. 16).

 

La 2ª Epístola a los Corintios fue redactada en Macedonia (2 Co. 2:13; 7:5; 9:2, 4), poco después que Pablo hubiera salido de Éfeso (Hch. 20:1), quizás el mismo año en que fue redactada 1ª Corintios, o en otoño del año siguiente.

Timoteo volvía a estar con el apóstol (2 Co. 1:1). Tito y otro cristiano habían vuelto después de haber sido enviados de Éfeso a Corinto (2 Co. 2:13; 7:6, 7, 13, 14, 15; 12:18) con instrucciones para que la iglesia tomara en el acto medidas disciplinarias contra un hombre culpable, probablemente de incesto (1 Co. 5:1). Este hombre había desafiado públicamente la autoridad del apóstol, obstinándose en su pecado, y comprometiendo el equilibrio de la iglesia. Tito tenía que reunirse con Pablo en Troas; no habiéndole encontrado allí, el apóstol se inquietó sumamente, y partió hacia Macedonia. Tito le dio en Macedonia las nuevas de que los Corintios habían actuado firmemente en cuanto al culpable, quien había reconocido humildemente su pecado. El apóstol escribió entonces la epístola que Tito, acompañado de otros dos discípulos (2 Co. 8:16-24), llevó a Corinto. Esta epístola revela el tormento del apóstol a la idea de que los corintios pudieran mostrársele desleales; lleva la impronta de la terrible tensión a que estuvo sometido debido a los peligros espirituales que les acosaban. 

(A) Contenido.

Esta epístola tiene tres secciones esenciales:

(I) En los capítulos 1 al 7 Pablo da homenaje a la bondad de Dios que le ha librado de la prueba (2 Co. 1:1-14); rechaza la acusación de Iigereza (2 Co. 1:15-2:4); ordena a los corintios que no sobrepasen los límites de la disciplina ejercida contra el culpable (2 Co. 2:5-11), después describe el ministerio que le ha sido encomendado: este es un ministerio espiritual (2 Co. 3); sincero (2 Co. 4:1-6); acompañado de sufrimientos (2 Co. 4:7-18), pero también de esperanza (2 Co. 5:1-10). Inspirado por el mismo Cristo (2 Co. 5:11-17), es un ministerio esencialmente de reconciliación (2 Co. 5:18-6:2). Pablo resume lo que ha significado para él este ministerio (2 Co. 6:3-10), y sobre esta base apelaba a los corintios (2 Co. 6:11-18). El apóstol se alienta y se goza (2 Co. 6) por cuanto los corintios han reconocido lo bien fundado de su ministerio.

(II) En los caps. 8-9, Pablo habla de la colecta organizada en favor de los cristianos de Judea, y desarrolla el tema de la liberalidad.

(III) Caps. 10-12: Pablo defiende de nuevo, de una manera conmovedora pero firme, la autoridad de su apostolado. Termina volviendo a poner en guardia a los corintios contra sus pecados habituales, y declara que, durante su próxima visita, no los va a tratar con miramiento alguno si persisten en su anterior manera de conducirse.

(B) Autenticidad.

La autenticidad de 2ª Corintios está abundantemente demostrada por su propio contenido. Son evidentes los elementos esenciales de la teología y de la escatología de Pablo. El apóstol defiende su apostolado, y subraya el carácter glorioso del ministerio cristiano. Más que en otra cualquier ocasión da rienda suelta a su corazón, explicando las razones de su conducta en difíciles circunstancias de debilidad física y de persecución por parte de los legalistas judaizantes. Nadie hubiera podido inventar una serie tan completa de circunstancias con tantas evidencias de veracidad.

La 2ª Epístola a los Corintios se difundió menos rápidamente que la 1ª. No es mencionada por Clemente de Roma, al final del siglo I. En cambio, sí es mencionada por Policarpo (hacia el año 115) y por Marción (140); figura en el Canon de Muratori (hacia el año 170). También está confirmada por Ireneo, Teófilo, Atenágoras, Tertuliano y Clemente de Alejandría.

Ciertos exegetas han sugerido que los capítulos 10-13 representan una sección extraída de una carta anterior, de un tono más severo que lo que indica el comienzo de 2ª Corintios. Pero esta suposición no tiene el apoyo de la más mínima prueba interna, y no se halla ni rastro de tal hecho en la historia del texto del Nuevo Testamento.

El arrepentimiento de toda la iglesia e incluso del culpable (2 Co. 2:3-11; 7:8-12) parece haber sido el resultado de la intervención de Pablo en 1 Co. 3-6. Por otra parte, el apóstol no menciona en 10-13 ningún caso concreto de disciplina que tenga que ser llevado a cabo.


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