(gr. «oikonomia»).

Significa literalmente «administración de una casa», una «economía», y de ahí un trato ordenado con los hombres por parte de Dios en la variada administración de Sus caminos en distintos tiempos.

Al examinar las administraciones de Dios con los hombres, podemos señalar el estado de inocencia en Edén, aunque difícilmente participó del carácter de una dispensación. Se dio un mandato a Adán y Eva, con demanda de obediencia, anunciándose la pena si desobedecían.

Esto fue seguido por un prolongado período de casi 1.600 años hasta el Diluvio, (un período sin tratos concretos de Dios con los hombres, aunque ciertamente con la promesa del Liberador dada en el Protoevangelio (Gn. 3: 15)). Durante este tiempo los hombres se corrompieron en todos sus caminos, y la tierra se llenó de violencia. Entonces Dios habló al mundo en la persona de Noé, que fue «pregonero de justicia», esperándose en paciencia por su arrepentimiento mientras el arca era preparada (1 P. 3:20; 2 P. 2:15). No mostraron arrepentimiento, y el mundo antiguo pereció. En el mundo postdiluviano Dios estableció el gobierno humano, en tanto que el conocimiento de Dios, como Dios que juzgaba el mal, era dispersado por los descendientes de Noé; se hallan tradiciones del Diluvio por prácticamente todas las tribus y lenguas del mundo. Esto constituye otro testimonio divino. Siguió después la división de la tierra entre varias naciones y tribus, según sus familias y lenguas. Entre éstos prevaleció la ignorancia acerca de Dios (Hch. 17:30), a pesar del testimonio del poder y deidad de Dios, y del testimonio de la conciencia mencionado en Ro. 1-2.

Unos 360 años después del Diluvio empezó la Era Patriarcal con el llamamiento de Abraham, un nuevo trato soberano de parte de Dios; pero esto quedó limitado a Abraham y a sus descendientes.

(a) DISPENSACIÓN DE LA LEY.

La Dispensación de la Ley vino a continuación, que es, estrictamente hablando, el primer sistema públicamente ordenado de los tratos de Dios con los hombres, y administrado por ángeles (Dt. 33:2; Hch. 7:53; Gá. 3:19).

Los oráculos de Dios fueron dados a una nación, a la única nación de toda la tierra que Dios había conocido de esta manera (Am. 3:2). Fue la dispensación de «Haz esto, y vivirás con bendición; desobedece, y recibirás maldición» (cp. Dt. 28).

Esta dispensación tuvo tres etapas:

(A) Unos 400 años bajo los Jueces, tiempo en que Dios hubiera sido el Rey de ellos en una teocracia directa, pero en cuyo tiempo cada uno hacía lo que bien le parecía.

(B) 500 años como reino bajo reyes.

(C) 600 años desde el cautiverio hasta la venida de Cristo. En relación con ello hubo el testimonio profético: la Ley y los profetas fueron hasta Juan (Lc. 16:16).

Durante esta «Dispensación de la Ley» tuvieron su comienzo los Tiempos de los Gentiles con la supremacía política de Nabucodonosor, la cabeza de oro y rey de reyes (Dn. 2:37, 38); siguen corriendo su curso, y continuarán hasta que el Señor Jesús comience Su reinado.

(b) DISPENSACIÓN DE LA GRACIA.

La Dispensación de Gracia y Verdad comenzó, después de la predicación de Juan, con la venida de Cristo.

Durante esta economía se predica el Evangelio, la gran Amnistía que Dios ofrece a toda criatura bajo el cielo, y tiene lugar el llamamiento de la Iglesia a separarse para el Señor, extendiéndose este período como intervalo, desde el día de Pentecostés hasta el arrebatamiento de los santos (Hch. 2:1-4; 1 Ts. 4:13-18).

Dios encomendó a Pablo una «dispensación» especial, tanto en lo que respecta al Evangelio, como para cumplir la palabra de Dios por la doctrina de la Iglesia como el cuerpo de Cristo (1 Co. 9:17; Ef. 3:2, 3; Col. 1:25, 26).

(c) DISPENSACIÓN DEL REINO.

La Dispensación del Reino de Cristo sobre la tierra durante el milenio. Recibe también el nombre de «la dispensación del cumplimiento de los tiempos» (Ef. 1:10; Ap. 20:1-6). (Véase MILENIO).

Bajo todas estas variadas administraciones se manifiestan la bondad y fidelidad de Dios, y se hace universalmente manifiesto el fracaso del hombre.


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