Los términos «fortaleza» y «castillo» se refieren principalmente a una parte de la ciudad más fuertemente fortificada que por los meros muros.

Pr. 18:19 habla de «cerrojos de alcázar».

Cuando Jerusalén fue tomada por David, ya había una ciudadela, defendida por los jebuseos (2 S. 5:6, 7).

Los romanos tenían una fortaleza en Jerusalén, a la que fue llevado Pablo cuando fue apresado por los judíos (Hch. 21:34, 37). Pudiera haber sido la llamada Torre Antonia, que había sido construida por Herodes el Grande. Tal como la describe Josefo, estaba adyacente al Templo (Guerras, 5:5, 8).

El salmista describe frecuentemente a Jehová como su roca y fortaleza o castillo (Sal. 18:2; 31:3; 71:3; 91:2).


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