Carta dirigida por Pablo a las iglesias de Galacia (Gá. 1:2).

(a) Destinatarios y fecha:

Está bien establecido que el autor de esta carta es el apóstol Pablo, no poniéndose en duda su unidad. En cambio, aparecen problemas acerca de los destinatarios, de la ocasión y fecha de la epístola. Sobre este extremo hay dos teorías.

(A) Si por Galacia (véase) se entiende toda la provincia romana de este nombre englobando las iglesias fundadas por Pablo durante su primer viaje misionero en el año 47 d.C. (Hch. 13:14), esta epístola hubiera sido redactada antes del Concilio de Jerusalén (Hch. 15). Este Concilio trataba precisamente el problema de la circuncisión, y es digno de señalar que Pablo no hace alusión en esta carta a una tal confirmación de su posición (cp. Hch. 16:4). Es tan sólo después de esta conferencia que se habla en Hechos de un viaje al norte de Galacia (Hch. 16:6). Según esta hipótesis, la epístola a los Gálatas sería la más antigua de las cartas de Pablo.

(B) Si se entiende por Galacia tan sólo el distrito propiamente gálata, que no fue evangelizado hasta el segundo viaje de Pablo, la epístola no hubiera podido ser escrita antes de la visita del apóstol Pablo a Éfeso; Hechos 18:23 mencionaría su segunda visita a esta región (cp. Gá. 4:13). Por otra parte, las alusiones a la acogida que recibe Pablo, y la omisión del nombre de Bernabé (Gá. 4:13-20) no parecen concordar con lo que sabemos del primer viaje (en el que Bernabé tomó parte). La semejanza de la epístola a los Gálatas con la de Romanos ha dado ocasión a sostener que las dos fueron redactadas en la misma época, hacia el año 56 o 57 d.C.

(b) Contenido.

Esta carta fue ocasionada por las intrigas de ciertos maestros judaizantes, que se enfrentaban a la autoridad de Pablo, enseñando que era necesario observar la ley de Moisés. Estos judaizantes afirmaban que Pablo, por cuanto no era uno de los doce, no había recibido directamente el conocimiento del Evangelio. Estos adversarios aparentemente acusaban a Pablo de inconsecuencia, por cuanto predicaba a los gentiles que no tenían que observar la ley, en tanto que los judíos convertidos lo seguían haciendo, e incluso él mismo ocasionalmente (Hch. 21:20-26). Por otra parte, atacaban abiertamente las enseñanzas del apóstol, persuadiendo a sus conversos a que asumieran las prescripciones judaicas. Así, se ponía en juego la esencia misma del Evangelio. Movido por una intensa emoción, Pablo escribió la epístola usando enérgicos argumentos. La epístola a los Gálatas es la carta magna de la libertad cristiana.

Después de la introducción (Gá. 1:1-10), en la que el apóstol habla de la complacencia de los gálatas hacia los falsos maestros, afirma vigorosamente la inspiración divina de la buena nueva que ha proclamado, defendiendo su autoridad apostólica (Gá. 1:1-2). Cristo se la ha conferido directamente. El apóstol no depende de los hombres. Muestra asimismo que la iglesia de Jerusalén y los doce habían admitido su apostolado (Gá. 2:1-10). En cuanto a su enseñanza, ésta no había variado nunca (Gá. 2:11-21), ni siquiera cuando Pedro, en Antioquía, parecía oponerse con su comportamiento.

En el cap. 3 Pablo defiende la doctrina de la justificación por la sola fe, experiencia que los mismos gálatas habían tenido (Gá. 3:1-5); se refiere a las Escrituras para demostrar que éste fue el camino que había seguido el mismo Abraham para alcanzar la salvación (Gá. 3:6-9). Pablo destaca asimismo algunas verdades escriturales con respecto a la ley: por cuanto demanda una obediencia perfecta como condición de salvación, la ley solamente arroja maldición y castigo (Gá. 3:10-12). Cristo, hecho maldición en nuestro lugar, nos ha liberado de la maldición (Gá 3:13, 14). Dios había ratificado el pacto de salvación por la fe celebrado con Abraham y su descendencia. Por ello, la ley, venida posteriormente, no podía anular el pacto hecho anteriormente (Gá. 3:15-18); la ley tenía como objeto ser una disciplina temporal, obligando a los hombres a que se dieran cuenta de que el pecado es transgresión a los mandamientos de Dios (Gá. 3:19, 20). La ley, así, hizo el papel de pedagogo, para conducir a los pecadores a Cristo (Gá. 3:21-24).

En el cap. 4, el apóstol da a sus lectores razones adicionales para mostrar la genuinidad de su Evangelio: la adopción y herencia del hijo de Dios (Gá. 4:1-11); el afecto de los gálatas hacia Pablo (Gá. 4:12-20); el paralelismo que presenta la historia de Agar, Sara, y los hijos de ellas, con el pacto de Sinaí y el pacto de la gracia (Gá. 4:21-31).

De Gá. 5:1-6:10 el apóstol ilustra la doctrina de la libertad acerca de la ley: exhorta a los gálatas a que salvaguarden esta libertad, y a practicar «la ley de Cristo», que es la del amor y de la ayuda mútua.

El pasaje de Gá. 6:11-18, que Pablo probablemente escribió de su puño y letra, es la conclusión; recapitula allí la esencia de su enseñanza.

(c) Importancia de la epístola a los Gálatas:

(1) A causa de los detalles que ofrece sobre la vida del apóstol. La concordancia que presenta con el relato que se halla en Hechos de la vida de Pablo y de su relación con la iglesia ha sido fuertemente combatida, pero puede ser totalmente demostrada. Véase PABLO para las menciones cronológicas de la visita de Pablo a Jerusalén después de su conversión (Gá. 1:18, 19; Hch. 9:26-29), y la conferencia de Jerusalén (Gá. 2:2-10; Hch. 15).

(2) La epístola demuestra además que los doce estaban de acuerdo con Pablo, quedando para él la comisión de evangelizar a los gentiles.

(3) Con mayor concisión que la epístola a los Romanos, que es más detallada y menos vehemente, y por medio de ejemplos particulares, la epístola a los Gálatas da el mismo plan de salvación y la misma estimación de la dispensación hebrea. Todos los hombres, por lo que respecta a la Ley, se hallan bajo condenación como transgresores; por ello es imposible la salvación por las obras de la ley. Solamente Cristo puede salvar, por cuanto Él, por su muerte, ha dado satisfacción a las exigencias de la ley con respecto a aquellos que creen. La ley no fue nunca destinada a salvar, sino a ser un tutor o pedagogo (que entre los griegos era un esclavo que llevaba los niños a la escuela) para llevarnos a Cristo. Ahora ya no estamos bajo este pedagogo. Es por la fe que fue salvado Abraham, es por la fe, y solamente por la fe, que venimos a ser hijos de Abraham, participantes de la bendición, y herederos de la promesa. El judaísmo, como método de salvación, constituye una interpretación errónea del AT. La distinción entre judíos y gentiles ha quedado abolida. La proclamación de estas verdades pone de manifiesto que el cristianismo es una fe de alcance universal, y no una secta del judaísmo.

Los primeros escritores cristianos se sirvieron mucho de esta epístola a los Gálatas; durante la primera mitad del siglo II la usó Policarpo en la epístola a Diognetes; en la segunda mitad del mismo siglo, Justino Mártir, obispo de Sardis, y después Ireneo, Clemente de Alejandría, y Tertuliano, que la mencionan expresamente en sus citas. Figura en la versión Vetus Latina, y en el fragmento de Muratori.

Bibliografía:

E. F. Harrison: «Galatians», en The Wycliffe Bible Commentary (Moody Press, Chicago, Illinois, 1962);

M. Lutero: «Commentary on Galatians» (Kregel Pub., Grand Rapids, Michigan, 1979);

S. J. Mikolaski, «Gálatas», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1977);

H. Rossier: «Reflexiones sobre la epístola a los Gálatas» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, California, s/f);

M. C. Tenney: «Gálatas, la carta de la libertad cristiana» (Clíe, Terrassa, 1973);

H. F. Vos: «Gálatas, una llamada a la libertad cristiana» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981).


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