En la antigüedad, era frecuente pagar en especie (Gn. 29:15, 20; 30:28-34), pero también con plata (Éx. 2:9).

La Ley de Moisés ordenaba pagar a los jornaleros al caer la tarde (Lv. 19:13; Dt. 24:14, 15).

Los profetas denunciaban a los que retenían el jornal debido a sus trabajadores (Jer. 22:13; Mal. 3:5; Stg. 5:4).

En la época de Cristo, el salario de un día de trabajo era de un denario (equivalente a unos cuatro gramos de plata, cfr. Mt. 20:2). La capacidad de compra de esta suma era grande, aunque no la conocemos con exactitud (cfr. Lc. 10:35).


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