(Heb. «Y'hõshû'a»: «Jehová es salvación».)

(a) Colaborador y sucesor de Moisés; su nombre era al principio Oseas, salvación (Nm. 13:8, 16). Era descendiente de Efraín e hijo de Nun (Nm. 13:8, 16). Condujo a los israelitas a la victoria sobre Amalec en Refidim (Éx. 17:8-16). Estuvo con Moisés en el Sinaí, mientras que al pie del monte el pueblo se hacía el becerro de oro. Josué tomó los gritos de orgía en el campamento por clamor de lucha (Éx. 24:13; 32:17, 18). Fue encargado del cuidado del primer tabernáculo de reunión (Éx. 33:11). A los 40 años de edad, Josué, como representante de Efraín, fue señalado con otros once israelitas para que fuera a espiar los puntos débiles de Canaán. Josué y Caleb se esforzaron en persuadir al pueblo que había que avanzar y apoderarse del país, fiados en Dios (Jos. 14:7; Nm. 13:8; 14:6-9). A causa de su actitud, sus oyentes casi los apedrearon (Nm. 14:10). Dios los recompensó por su lealtad y fe, prolongando sus vidas, y permitiéndoles la entrada en la Tierra Prometida (Nm. 14:20-28). Al final de los cuarenta años en el desierto, Moisés, por orden de Dios, puso a Josué ante el sumo sacerdote y delante de toda la asamblea, en Sitim, para conferirle públicamente la sucesión (Nm. 27:18-23; Dt. 1:38). Justo antes de la muerte de Moisés, los dos hombres entraron en el tabernáculo, a fin de que Josué fuera consagrado por el Señor mismo al puesto de caudillo del pueblo (Dt. 31:14, 23). Inmediatamente después, Josué empezó los preparativos para pasar el Jordán. El pueblo tenía tres días para reunir las provisiones (Jos. 1:10-11). Josué recordó a las dos tribus y media ya establecidas al este del Jordán que tenían que apoyar a sus hermanos en la empresa militar (Jos. 1:12-18), y envió a espías a explorar Jericó (Jos. 2:1). El campamento fue instalado a la orilla del Jordán, y el pueblo recibió una orden de marcha minuciosamente preparada (Jos. 3:1-6). El plan militar que Josué preparó para la conquista de Canaán demuestra sus capacidades militares. Entre sus previsiones se hallaban: un campamento central con una ventajosa situación; la toma de las ciudades en las cercanías del campamento; grandes ofensivas que deberían seguir de inmediato a estas victorias. Pero Josué cometió el error de hacer un pacto con los gabaonitas y de no dejar una guarnición en la ciudad de los jebuseos después de su conquista. Estos dos fallos contribuyeron decisivamente al aislamiento de Judá de las tribus del norte (Jos. 9). Siguiendo las órdenes de Moisés, Josué condujo al pueblo sobre los montes Ebal y Gerizim para que oyeran las bendiciones y las maldiciones (Jos. 8:30-35). Las expediciones militares de Josué quebrantaron el poder de los cananeos, pero no llegaron a exterminarlos (véase CANAÁN, La tierra y su conquista). A pesar de la perspectiva de nuevas campañas, había llegado el momento de establecerse en el país. Ayudado por el sumo sacerdote y por una comisión, Josué presidió el reparto de las tierras conquistadas. La distribución comenzó durante la estancia del campamento en Gilgal (Jos. 14:6-17:18). Josué acabó esta obra, creó ciudades de refugio, dio ciudades a los levitas, y dispuso que el Arca del Pacto se quedara en Silo (Jos. 18-21). Obtuvo para sí mismo la ciudad de Timnat-sera en el monte de Efraín (Jos. 19:50). Cuando ya era muy anciano, Josué convocó la asamblea en Siquem, el lugar donde Abraham, entrado en Canaán, había erigido el primer altar a Jehová; allí era donde las tribus iban a invocar sobre sí mismas las bendiciones y las maldiciones de Jehová. Josué pronunció un enérgico discurso, exhortando al pueblo a no abandonar a Jehová (Jos. 24:1-28). Murió poco después, a la edad de 110 años. Fue sepultado en el lugar que había elegido, en Timnat-sera (Jos. 24:29, 30).

(b) Morador de Bet-semes, propietario del campo adonde llegó el arca en un carro tirado por vacas, que los filisteos habían enviado (1 S. 6:14) (Véase ARCA DEL PACTO).

(c) Gobernador de Jerusalén bajo el reinado de Josías (2 R. 23:8)

(d) El sumo sacerdote hijo de Josadac que volvió a Babilonia con Zorobabel (Esd. 2:2; Neh. 7:7). Erigió el altar de los holocaustos, alentó a los artesanos y a la asamblea del pueblo a reconstruir el Templo (Esd. 3:2-9; Hag. 1:1,12, 14; 2:2-4). Es llamado Jesúa en Esdras y Nehemías. Como sumo sacerdote, representaba ante Dios a los deportados retornados del exilio, y recibió la seguridad del socorro divino (Zac. 3:1-9; 6:11-13). Su nombre, su obra de restauración del Templo y las dos profecías de Zacarías acerca de él le hacen un tipo de Cristo (véase JESÚA).


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