«que Él (Dios) sea alabado».

(A) Cuarto hijo de Jacob y Lea, y el cabeza de la tribu que lleva su nombre. Fue Judá el que aconsejó a sus hermanos la venta de José en lugar de quitarle la vida (Gn. 37:26). Pecó en el asunto de su nuera Tamar (Gn. 38). No tenía reparo alguno en castigar con la muerte a Tamar, hasta que quedó comprobado que él era también culpable (Gn. 38:26). Así se señala la terrible corrupción en la historia de la familia en la que, por elección de gracia, Cristo nacería (Mt. 1:2). Aunque no era el hijo mayor, pronto empezó a tener el primer lugar en la familia. Pudo persuadir a su padre que dejara ir a Benjamín a Egipto (Gn. 43:8), y cuando se tuvo que hablar a José, fue Judá quien tomó la palabra (Gn. 44:14-18 ss). En la bendición de Jacob a sus hijos, las predicciones muestran que la línea real queda centrada en Judá. El cetro no se apartaría de Judá, ni el legislador de entre sus pies hasta que viniera Siloh, etc. (Gn. 49:8-12). De Judá descendieron David y una larga sucesión de reyes. Cristo, nacido de la tribu de Judá, es llamado «el León de la tribu de Judá» (Ap. 5:5).

(B) Levita, antepasado de algunos de los que ayudaron a reconstruir el templo (Esd. 3:9). Posiblemente el mismo que Hodavías (Esd. 2:40; Neh. 7:43).

(C) Levita que había tomado una mujer extranjera (Esd. 10:23).

(D) Hijo de Senúa, supervisor de Jerusalén (Neh. 11:9).

(E) Levita que volvió del exilio (Neh. 12:8).

(F y G) Un príncipe de Judá y un sacerdote y músico que asistieron a la dedicación del muro de Jerusalén (Neh. 12:34, 36).


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