Los términos gr. «kaleõ», «klêsis», «klêtos» tienen varias aplicaciones en la Escritura.

  • (a) La posición u ocupación habitual de una persona, como esclavo o libre: el cristiano es llamado a continuar en su llamamiento si puede hacerlo con Dios (1 Co. 7:20-24).
  • (b) El «llamamiento» general o invitación del evangelio, en contraposición a aquellos que son «escogidos» (Mt. 20:16; 22:14, véase ELECCIÓN).
  • (c) El llamamiento a individuos por parte de Dios, cuando también les da la buena disposición a la obediencia, como en el caso de Abraham cuando fue llamado a dejar su patria y parentela (He. 11:8).
  • (d) En un sentido absoluto, de la salvación: «Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó» (Ro. 8:30; 11:29). Los santos son santos por llamamiento; los apóstoles fueron tales por llamamiento (Ro. 1:1, 7). El cristiano es llamado a usar diligencia para «hacer firme vuestra vocación y elección» (2 P. 1:10), no evidentemente en la mente de Dios, sino en la suya propia.
  • (e) Hay el «supremo» llamamiento y el llamamiento «santo» (Fil. 3:14; 2 Ti. 1:9; He. 3:1). El término «vocación» en Ef. 4:1 es la misma palabra, y está en el contexto de una exhortación a caminar de la manera que se corresponde con una posición en la que ya se está.

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