(lat. «marcus», «gran martillo»).

El evangelista al que se le atribuye, desde las primeras fuentes históricas, la paternidad del segundo Evangelio. Marcos es un sobrenombre (Hch. 12:12, 25); además, en Hechos se le designa sólo por su primer nombre: Juan (Hch. 13:5, 13). Su madre, una de las Marías, debía tener una buena situación económica, porque tenía una casa en Jerusalén donde se reunían los cristianos (Hch. 12:12-17). (Véase MARÍA.)

Son muchos los judíos que llevan sobrenombres latinos en el NT (Hch. 1:23; 13:9) y la yuxtaposición de Marcos a Juan no implica en absoluto que fuera de ascendencia mixta, judía y pagana.

Marcos acompañó a Bernabé, su tío (Col. 4:10), y a Pablo, de Jerusalén a Antioquía de Siria (Hch. 12:25), y después en su viaje misionero (Hch. 13:5). Por una razón que se desconoce, Marcos lo dejó en Perge (Hch. 13:13) volviéndose a Jerusalén. Sea cual fuere el motivo de esta separación, Pablo lo desaprobó con tanta intensidad que rehusó dejar que Marcos le acompañara en un segundo viaje (Hch. 15:38). Entonces Bernabé, separándose de Pablo, se embarcó con Marcos para proseguir la evangelización de Chipre. Desde entonces ya no se sabe nada de Marcos durante diez años. Se le vuelve a hallar en Roma uniendo sus saludos a los de Pablo (Col. 4:10; Flm. 24). Sus diferencias habían desaparecido. Más tarde, Pablo habla de Marcos en términos elogiosos «Toma a Marcos y tráele contigo porque me es útil para el ministerio» (2 Ti. 4:11) implicando esta mención que Marcos había estado en Asia Menor, y quizás aún más al este. Esta suposición concuerda con el pasaje de 1 P. 5:13, siempre y cuando se entienda Babilonia en sentido literal. Pero menciona a Marcos como hijo suyo, calificativo éste que, si no es sólo un término de afecto, puede significar que Marcos era uno de los convertidos de Pedro. Este último, cuando fue librado por el ángel, se había dirigido a la casa de la madre de Marcos (Hch. 12:12), lo que es una indicación de las tempranas relaciones del apóstol con esta familia. No sabemos si Marcos había sido un discípulo inmediato de Jesús. Sobre este punto la tradición no habla de manera unánime. Muchos son los que creen que el joven que escapó dejando la sábana con que se cubría en manos de sus perseguidores, durante el arresto de Jesús, era Marcos (Mr. 14:51, 52). Ninguno de los otros evangelistas menciona este incidente, y parece que la razón de su inclusión es que se trata de una reminiscencia personal. Se desconocen la fecha y lugar de la muerte de Marcos. Una tradición muy antigua lo presenta como el «intérprete de Pedro». Entre los testimonios del siglo II, Papías de Hierápolis escribe alrededor del año 140 d.C., citando las palabras de «un antiguo»: «Marcos, que vino a ser el intérprete de Pedro, redactó con cuidado, pero no en orden, todos los recuerdos de Pedro acerca de lo que el Señor había dicho y hecho. En efecto, Marcos no había oído ni seguido al Señor. Más tarde, como ya he dicho, acompañó a Pedro, que enseñaba siguiendo las necesidades del momento, y no con la intención de dar un relato sistemático de las palabras del Señor. Al redactar estos relatos, Marcos no cometió error alguno, ya que tomó gran cuidado en no omitir nada de lo que había oído ni añadir nada que no fuera verdad» (Eusebio, «Historia Eclesiástica» 3:39). Esta alusión a Marcos, intérprete de Pedro, puede significar que lo acompañó hasta el final de su apostolado itinerante y que le sirvió de portavoz ante audiencias paganas. Hemos visto que Marcos estuvo en Roma al mismo tiempo que Pablo. Una insegura tradición le atribuye la fundación de la iglesia en Alejandría de Egipto. La formación de Marcos, además de su relación estrecha con los principales apóstoles, lo habían preparado admirablemente para la redacción de su Evangelio.


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