En el Sermón del Monte del Señor pronunció el dicho de «dar la otra mejilla» al que hiera al discípulo en una de ellas (Mt. 5:39). Con esto expresaba el principio de la gracia que debe gobernar el andar del cristiano. Cristo calló en medio del sufrimiento y de la afrenta (cfr. Is. 53:7; 1 P. 2:19-24). El cristiano tiene que tener muy presente, si quiere andar como fiel discípulo, que «el siervo no es mayor que su señor» (Jn. 15:20). Así, el cristiano es llamado a la paciencia y a obrar siempre en gracia y abnegación hacia los demás, buscando siempre vencer el mal con el bien (Ro. 12:21, etc.). Podemos verdaderamente esperar el día de nuestra vindicación en aquel día en que el Señor mismo será vindicado públicamente (cfr. Fil. 2:5-11).


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