El albergue oriental no se parece mucho al hotel de los países occidentales. La hostelería no era tan necesaria en la antigüedad como en nuestros días. La hospitalidad (véase HOSPITALIDAD) era considerada como un deber, y los viajeros eran recibidos de buena voluntad (Éx. 2:20; Jue. 19:15-21; Hch. 28:7, etc.).

El albergue público era tan sólo un refugio, destinado a la vez a las personas y a los animales. Probablemente se parecía a un caravanserrallo actual: estancias para los viajeros, lugar para guardar las mercancías, y cuadras que rodeaban un gran patio rectangular, cuyo centro estaba ocupado por un pozo. No había muebles; el viajero extendía su capa sobre el suelo, y se envolvía en su manto, que le servía de colchón y de cubierta. Él mismo tenía que procurarse su comida y el alimento para sus animales. La presencia de un hotelero que vendiera víveres era algo muy inusitado en aquellos tiempos (Lc. 10:34, 35). En la antigüedad, sólo se menciona «un lugar para pasar la noche» (Gn. 42:27; 43:21; Éx. 4:24), o «un albergue de caminantes» (Jer. 9:2).

La primera alusión a una casa más o menos organizada parece hallarse en Jer. 41:17: «Y se detuvieron (o "habitaron", RVR '77) en la caravanera de Camaam (la cual está a un lado de Bet-lehem)» (V. M.).

Lucas habla del mesón donde María y José no encontraron lugar (Lc. 2:7). El mismo término «kataluma» se vuelve a hallar en Mr. 14:14 y en Lc. 22:11: «¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua...?» El término de Lc. 10:34, «pandocheion», parece indicar una instalación más completa, donde un mesonero puede dar las provisiones necesarias y dar algunos cuidados.


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