Confesión y adoración de un solo y verdadero Dios, con exclusión de cualquier otro. La Biblia, de principio a fin, enfatiza el monoteísmo y muestra su exclusividad frente a cualquier otra pretensión. La confesión por excelencia de Israel es: «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es» (Dt. 6:4).

En el Decálogo se prohibe explícitamente la adoración de ningún otro Dios que el eterno Dios con existencia esencial y absoluta: «No tendrás dioses ajenos delante de mí... porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso» (Éx. 20:3, 5). En el libro de Isaías, Dios proclama: «Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios» (Is. 44:6).

La concepción evolucionista de la historia sitúa al monoteísmo como una conquista relativamente tardía del espíritu humano en su emergencia del politeísmo a su vez procedente de un animismo mágico. En cambio, la primera mención de idolatría en la Biblia se halla después del diluvio. En realidad, la concepción de que el monoteísmo sea una conquista tardía del genio religioso humano es una mera especulación carente de fundamento. Por una parte, es un resultado de la aplicación artificial del proceso dialéctico a la historia de la religión, y que captura la imaginación por su aparente sencillez y plausibilidad. Pero por otra se enfrenta con los siguientes datos:

(a) la Revelación;

(b) un gran número de indicios históricos, antropológicos y etnológicos.

Por parte de la Revelación, está claro que toda divergencia del conocimiento de Dios es resultado de la rebelión contra Él. Adán conoció a Dios; Noé conocía al Dios único y verdadero. Evidentemente, Sem, Cam y Jafet también. Estos hombres, debido a la longevidad de que disfrutaron, pudieron llevar el conocimiento del Dios único y verdadero hasta varias generaciones, aun a pesar de la generalización de la apostasía por Nimrod en la época de la humanidad. Pero a pesar de la general apostasía reinante quedaban núcleos de conocimiento del único Dios. Como ilustración se puede citar a Melquisedec rey-sacerdote de Salem (Gn. 14:18). El hecho de una apostasía desde el monoteísmo hacia un cúmulo de formas degeneradas de religión es expresado lapidariamente por el apóstol Pablo en Ro. 1:21 ss. Las evidencias históricas, antropológicas y etnológicas son expuestas por Custance en «Primitive Monotheism» y por varios otros autores. Así, se puede documentar de una manera rigurosa que el marco Revelación-Apostasía es el correcto. Dice A. C. Custance: «Entre los años 1900 y 1935 se trató todo este tema de una manera erudita por parte de personas sosteniendo la idea de que las reconstrucciones evolucionistas de las creencias religiosas del hombre eran fundamentalmente erróneas y produjeron tal impacto que los filósofos evolucionistas prácticamente abandonaron esta línea de argumentación. Desde mediados de los años 30 en adelante, este tema ha sido casi inexistente, aunque muchos seminarios de ideología liberal llevan a cabo sus cursos de historia de religión como si no se hubiera escrito nada acerca de ello» (op. cit., p. 2). Se ha documentado, por ejemplo, que los más antiguos registros religiosos de China evidencian monoteísmo con ausencia de cualquier tipo de idolatría. Asimismo, las inscripciones y restos más antiguos de los pueblos semíticos más antiguos, como Sumer, revelan un monoteísmo primitivo; lo mismo se puede decir de los antiguos egipcios, de la India antigua, y de muchas tribus alrededor del mundo, desde los fueguinos hasta los pigmeos, desde los indios de América del Norte hasta los bosquimanos, de los zulús a las tribus de Australia central. Adicional confirmación de lo mencionado se halla en las tabletas de Ebla (véase MARDIKH [TELL]), que dan también evidencias de un monoteísmo antiguo en la zona del Oriente Medio en época anterior a Abraham.

En palabras de Custance: «Parece ahora claro que el hombre tiene que haber comenzado con un concepto puro de un Ser Supremo, un gran Dios, Señor de todo, Creador del mundo, misericordioso, justo, omnisciente y omnipresente. Ésta era la fe de las personas primitivas que los evolucionistas consideran nuestros "antepasados contemporáneos"» («Primitive Monotheism», Doorway Papers, a. 34, Ottawa, 1968). (Véanse MELQUISEDEC, MOISÉS, CREACIÓN, etc.).


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