Para todo lo concerniente a las ofrendas y sacrificios en general, véase SACRIFICIO. El término «sacrificio» designa particularmente la inmolación de animales, en tanto que el término «oblación» comporta más bien la idea de un don hecho a Jehová, y de ahí se aplica técnicamente a las ofrendas incruentas (Lv. 2:1). Entre las instituidas en la Ley de Moisés se pueden mencionar:

(a) La ofrenda de flor de harina (Lv. 2; 6:7-16). Se trataba de flor de harina sin levadura, imagen de pureza y santidad (cfr. 1 Co. 5:6-8).

Los sacerdotes debían comer de ello (Lv. 2:10; 6:9). En esta ofrenda se puede ver un símbolo de la ofrenda perfecta de Cristo a Dios en Su vida (cfr. Ef. 5:2), en tanto que el holocausto lo presenta en Su muerte (Lv. 2). A la ofrenda de harina se debía añadir aceite, incienso y sal. Los cristianos, miembros del nuevo sacerdocio (1 P. 2:9) deben alimentarse de la perfección de Cristo consagrándose a Dios como ofrenda pura.

(b) La libación de vino, que era derramada sobre la ofrenda de harina (Lv. 23:13; Nm. 15:4, 5) Es notable ver reunidos estos símbolos:

El pan, principal alimento de los hombres,

el vino, que los reconforta y alegra su corazón (cfr. Sal. 104:15),

el aceite, imagen de riqueza y símbolo constante del Espíritu (cfr. otras alusiones al pan y al vino: Gn. 14:18; Mt. 26:26-28)

(c) Las primicias de las cosechas y de los ganados en prenda de reconocimiento y de consagración a Dios (Éx. 22:29, 30; 23:19; Lv. 23:10). Las primicias se daban «de aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido» (Nm. 18:12, 13) y los primogénitos de los animales limpios. Los de los hombres y los de los animales impuros debían ser objeto de rescate (Nm. 18:15-17) (Véanse PRIMICIAS, PRIMOGÉNITO)

(d) Los diezmos de las cosechas y de los ganados eran también dados en ofrenda a Jehová (Lv. 27:30-33). Servían para el mantenimiento de los levitas (Nm. 18:21) y cada tres años se daba una parte al extranjero, al huérfano y a la viuda (Dt. 26:12-13). (Véase DIEZMO.)

Ofrendas presentadas por elevación.

En el artículo OFRENDAS MECIDAS se habla del rito consistente en dar una vuelta de la ofrenda bajo la mirada del Señor, para presentarle todo sus aspectos. Con frecuencia se efectuaba también la «elevación» de la ofrenda (Éx. 29:27, 28; Lv. 7:14, 32, 34; Nm. 15:19-20; 18:8, 11, etc.). La oblación era así elevada y dirigida a Dios, a quien era solemnemente ofrendada.

Al ver las ofrendas, diezmos, primicias y sacrificios que los israelitas consagraban a Dios, cada creyente debería plantearse su propia devoción al Señor y su actitud en cuanto a dar. Es un hecho que el Señor derrama Sus bendiciones en respuesta a la consagración (Mal. 3:7-10). Las ofrendas y sacrificios que Israel debía ofrecer señalaban el hecho de que pertenecían a Dios. El creyente hoy debe recordar este hecho, y reconocer que todo lo que es y todo lo que tiene le ha sido dado por Dios. Así, tendrá un poderoso motivo para honrar a Dios con todos sus bienes (Pr. 3:9-10). (Véanse OFRENDAS, SACRIFICIOS.)


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