Metal precioso.

El mineral se extraía del suelo (Jb. 28:1). Se fundía en un crisol para purificarlo de las escorias (Sal. 12:6; Pr. 17:3; 25:4; Ez. 22:22).

La plata provenía de Arabia (2 Cr. 9:14; cfr. 1 R. 10:22, 27) y de Tarsis (Jer. 10:9; Ez. 27:12). En la literatura apócrifa también se menciona a España (Tarsis en la canónica) como fuente de suministro de plata (1 Mac. 8:3).

Desde la más remota antigüedad se usaba la plata para el trueque (Gn. 23:16; 37:28). La cantidad pedida se pesaba; la unidad de peso era el siclo (Is. 7:23; Jb. 28:15; Is. 46:6), porque la acuñación no fue conocida hasta más tarde. Los judíos no empezaron a acuñar moneda hasta mucho tiempo después del cautiverio babilónico (1 Mac. 15:6). (Véase MONEDA.) 

La plata permitía la fabricación de diversos objetos personales (Gn. 24:53; Éx. 3:22; Cnt. 1:11); de coronas (Zac. 6:11); de instrumentos de música, como trompetas (Nm. 10:2). Los ricos poseían utensilios de plata; José bebía de una copa de plata (Gn. 44:2). El Tabernáculo y el Templo demandaron grandes cantidades para su construcción: para las basas (Éx. 26:19), las columnas, los capiteles, las molduras (Éx. 27:10; 38:19), los platos, los jarros (Nm. 7:13; 1 Cr. 28:17), los tazones y cuchillos (Esd. 1:9, 10), los candeleros de diario y las mesas (1 Cr. 28:15, 16). La plata se usaba asimismo para hacer ídolos y reproducciones de templos paganos (Sal. 115:4; Hch. 19:24).


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