Llamada No y No-amón en las Escrituras (Jer. 46:25; Nah. 3:8, RV y V.M.; en las revisiones 1960 y 1977 de la versión de Reina-Valera se vierte por su nombre posterior de Tebas). No y No-amón es asimismo el nombre que se halla con frecuencia en los monumentos. Herodoto dice que llegó a ella nueve días después de haber salido de On, remontando el Nilo (Herodoto 2:9).

Ahmose I arrojó a los hicsos de Egipto, reorganizando y desarrollando a continuación el imperio. Hizo entonces de Tebas su capital, agrandándola y embelleciéndola. Homero habla de sus cien puertas (Ilíada 9:381).

Amón era la divinidad tutelar de esta ciudad; el sumo sacerdote de Amón era el segundo después del rey.

Tebas vino a ser el centro de la civilización egipcia hasta el momento en que dos invasiones azotaron la ciudad. Primero Esar-hadón, rey de Asiria, se apoderó de Egipto el año 671 a.C. Después Assurbanipal, su hijo y sucesor, se puso otra vez en marcha el año 667, y los asirios llegaron a Tebas. Durante otra expedición en el año 663 a.C., Assurbanipal saqueó la ciudad (Nah. 3:8). A pesar de este desastre, la ciudad retuvo durante mucho tiempo su importancia (Herodoto 2:3; 3:10; Jer. 46:25; Ez. 30:14-16). Cornelio Galo destruyó Tebas porque se había unido al Alto Egipto, entre el año 30 y el 29 a.C., para rebelarse contra las exacciones romanas.

Subsisten vestigios espléndidos en Luxor y Karnak, sobre la orilla derecha del Nilo: templos, obeliscos, esfinge, etc. También hay monumentos en Kurna y en Medinet-Habu, sobre la ribera derecha. En una garganta al oeste de la ciudad antigua se han hallado, talladas en la roca calcárea, los sepulcros de sus reyes.

Las ruinas de Tebas se hallan, innegablemente, entre las más notables del valle del Nilo. El templo de Karnak es una maravilla, y su arquitectura representa un prodigio de capacidad mecánica. Su gran sala hipostilo tiene 134 columnas, las mayores de las cuales tienen 23 m. de altura y 3,65 m. de diámetro. La sala misma mide 100 m. de longitud y 54 de anchura. Las inscripciones son tan numerosas que corre el dicho de que «cada piedra es un libro, y cada columna una biblioteca».


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