¿Te has parado a pensar qué planes del futuro hacía Moisés a los 39 años? Un príncipe, viviendo en palacio, mimado por los sirvientes, sin tener que trabajar para vivir, teniendo las cosas buenas y las mejores. Imagino que haría planes como hacer un viaje al Nilo para bañarse, participar en una carrera de carros, comprar una nueva espada, casarse con una noble egipcia, construir un buen palacio.

Pero luego, a los 40 años, sus planes se destruyeron cuando tuvo que huir de Egipto. Se convirtió en un trabajador manual, se casó con la hija de un pastor, vivió en tiendas de campaña y habló otra lengua. Todo era diferente.

A sus 79 años, ¿qué planes tenía para el futuro? Creo que se retiraría del trabajo pastoral y disfrutaría de una vida tranquila, sentado en una mecedora con Zipporah, jugando con sus nietos y viendo la puesta de sol. Pero entonces, llega Dios al año siguiente y lo cambia todo; liberador, enfrentamiento con el Faraón, desierto. 

La historia de Moisés es una de las muchas que aparecen en la Biblia que muestran cómo debemos estar preparados para que nuestros planes sean transformados totalmente por Dios de la noche a la mañana. José, Job, Peter, Pablo y tantos otros, que tenían planes absolutamente diferentes y fueron sorprendidos por futuros radicalmente cambiados por Dios.

Jesús habló de esto (Lucas 12.16-20), llamando loco a quien pone sus esperanzas en sus propios planes. Yo mismo lo aprendí en carne propia: no una ni dos veces pensé que había llegado al lugar preparado para mí por Dios en sus propósitos, y cuando lo vi, lo transformó absolutamente todo, sin que yo pudiera hacer nada.

Haz planes. Establece objetivos. Planificar los viajes. Pero nunca dejes fuera de la ecuación el factor más importante: el propósito de Dios para tu vida. Porque si tus planes son diferentes a los de Dios (y probablemente lo sean), él lo cambiará todo, de forma rápida y a veces aterradora.

Prepárate para que el Señor te frustre. Sin embargo, que eso no te perjudique. Después de todo, saber que todo ha cambiado porque Dios ha querido imponer su voluntad buena, agradable y perfecta en tu vida no es motivo de frustración y tristeza, sino de alegría, plenitud y gloria eterna.

Paz a todos los que están en Cristo,

Maurício Zágari