Y mandó que se bautizaran en el nombre del Señor. Entonces le pidieron que se quedara unos días.

El Señor, en este caso, evidentemente había planeado dar una demostración inusual de Su poder. Porque cuando Pedro aún estaba pronunciando las últimas palabras impresionantes de su discurso, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la predicación de la Palabra y los llenó. Antes habían sido creyentes en la venida del Mesías, en el Cristo que traería la redención a los judíos; ahora eran creyentes en el Cristo que había muerto por ellos en el Calvario, cuya plena salvación les había sido ganada.

Y el Espíritu Santo les fue impartido en una medida extraordinaria, de tal manera, de hecho, que causó el mayor asombro en todos los judíos que estaban presentes, tanto en Pedro como en los miembros de la congregación en Jope. Aquí tenían evidencia visible del hecho de que los gentiles eran ciertamente aceptables para el Señor, porque el Espíritu incluso les dio el don de lenguas, capacitándolos así para alabar y magnificar al Dios de su salvación en idiomas que antes les eran desconocidos. ese día.

Ver cap. 11:17. No fue una mera alabanza extática jubilosa a Dios lo que Lucas registra aquí, sino una repetición del milagro de Pentecostés, aunque probablemente no en una escala tan grande. Peter, en cualquier caso, estaba completamente convencido. Expresó sus sentimientos en la enfática pregunta retórica: ¡Seguramente ninguno de los presentes querría obstaculizar el agua para que estos hombres no fueran bautizados! No podía haber ninguna razón posible para negarse a aceptar a estos hombres en la Iglesia cristiana, en cuyo caso el Señor había indicado tan claramente que los gentiles también serían admitidos en el reino de Cristo.

Toda diferencia entre judíos y gentiles ha sido eliminada por la muerte de Jesús. La salvación completa y todos los dones del Espíritu Santo están listos para todo el mundo, para todos los que acepten estas bendiciones con la mano de la fe. Y así Pedro, que en este caso no se bautizó a sí mismo, dio ahora la orden, encomendando su ejecución probablemente a Felipe el evangelista, cuyos trabajos se extendieron a esta ciudad, para que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo, y así sea ​​sellado con todas las bendiciones celestiales que el Salvador ha ganado y se apropia a través del agua del Bautismo.

No es de extrañar que Cornelio y sus amigos, después de esta experiencia, le rogaran fervientemente a Pedro que se quedara con ellos un poco más, que pasara algún tiempo con ellos, por lo menos algunos días. Estaban ansiosos por escuchar más del maravilloso testimonio acerca de Jesús el Salvador.

Resumen

Pedro, habiendo sido llamado a Cesarea por Cornelio y preparado para la visita por una visión especial del cielo, predica el Evangelio a los gentiles, quienes reciben el Espíritu Santo y son bautizados.

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