Esto dijo, dando a entender de qué muerte debía morir.

El pensamiento de la prueba que se avecinaba, en cierto modo, llenó el alma de Cristo de pavor. Estaba profundamente conmovido y agitado ante la perspectiva. Sintió algo del pavor y el miedo a la muerte. Porque Jesús fue un verdadero hombre, cuya carne y sangre se encogieron ante la idea de la muerte. La muerte es un juicio de Dios sobre los pecados y los pecadores. Morir en lugar de todos los hombres, como su sustituto, y por tanto como el mayor pecador de todos los tiempos, era un pensamiento que llenaba de pavor el alma de Jesús.

Apenas sabe qué decir en esta emergencia. Como si buscara el consejo de sus discípulos, pregunta: ¿Diré, Padre, líbrame de esta hora? ¿Debería rogar para salvarse de la prueba que temía su naturaleza humana? Todo cristiano puede decir una oración similar cuando le llegue la hora de la tribulación; sólo que nunca debe poner su propia voluntad por encima de la voluntad de su Padre celestial. Pero incluso el pensamiento de volverse infiel a la confianza de Su Padre, Jesús lo repudia, ya que es por eso que Él vino a esta hora.

Es la meta y la culminación de la obra de Su vida. Él no puede defraudar a Su Padre en este momento. Sin Su muerte, Su vida sería infructuosa. Y así corrige su oración pidiendo que continúe la obra para la que vino al mundo: Padre, glorifica tu nombre. Jesús había recobrado plenamente la seguridad, el equilibrio espiritual necesario para la realización del plan de salvación de los hombres. Su muerte redundaría en la gloria del Padre, como lo haría toda la obra de salvación.

Y así Cristo estaba listo, aun al precio de la mayor agonía. Y tan pronto como hubo terminado su oración, una voz del cielo vino en respuesta de que Dios había glorificado y glorificaría de nuevo su nombre. Su nombre había sido glorificado en innumerables ocasiones, pero especialmente en la encarnación del Hijo, y será glorificado de manera aún más maravillosa por la gran Pasión. Así que la respuesta del Padre fue tanto una seguridad como una promesa.

Pero se hizo principalmente por el bien del pueblo. Deben entender que fue Dios dando testimonio de su Hijo, por la intimidad esencial que se obtuvo entre ellos. Los judíos ignorantes habían oído el sonido, pero no habían entendido las palabras. Y así expresaron su opinión, algunos pensando que había sido un trueno, otros, que un ángel había hablado con Jesús. El Señor les explica, pues, que la voz vino por ellos, para que, si era posible, lo aceptaran como su Salvador aún ahora, en la hora undécima, y ​​así se salvaran.

Porque en los acontecimientos que comenzaban ahora, y que ocurrirían en los próximos días, debían saber que se estaba llevando a cabo un gran juicio, que el universo estaba siendo juzgado. El tiempo del sufrimiento y muerte de Cristo fue la hora de decisión para todo el mundo, y especialmente en esto, que el príncipe del mundo, el diablo, sería expulsado, vencido y subyugado. Por su Pasión y muerte, Cristo quitó al diablo el derecho que había asumido a causa de los pecados de la humanidad, a saber, el de tener a todos los hombres en sujeción a él.

Al llevar los pecados del mundo y efectuar una completa reconciliación por todos ellos, Jesús le quitó al diablo el poder de mantener a los hombres a su servicio. En esto. así la hora de la redención del mundo es también la hora de la decisión, la hora de la prueba. Al final, la pregunta será si los hombres estarán de parte de Cristo, el Redentor, o de Satanás, el destructor de sus almas. Para obtener esta gran victoria y expulsar al diablo de su dominio, fue necesario que Jesús fuera levantado de la tierra, que fuera elevado en la cruz.

Pero el árbol maldito en este caso se transformó en un trono de victoria y gracia. A través de Su muerte en la cruz Él haría posible que todos los hombres fueran atraídos hacia Él; la redención sería completa; la reconciliación estaría asegurada a todos los hombres sin excepción. La cruz de Cristo es la escalera entre la tierra y el cielo. Aquí hay un glorioso consuelo para cada persona en todo el gran mundo.

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