porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso dijiste verdad.

Jesús, a lo largo de la conversación, mostró la habilidad del verdadero misionero. Él había preparado apropiadamente la mente de la mujer para escucharlo como alguien que podría tener un mensaje digno de ser escuchado, y no una mera charla ociosa para dispensar. El siguiente paso es llevarla a comprender su pecado, a darse cuenta de su culpa. Con este fin, Jesús le dice a la mujer que llame a su esposo, su esposo legal. Conocía su corazón, su mente y sus circunstancias tan bien como ella, y mejor.

A la mujer le llamó la atención la pregunta, pero respondió con toda franqueza: No tengo marido. Esta fue una respuesta veraz, pero no fue lo suficientemente lejos. Y por lo tanto Jesús se deshace de su dudoso significado al enfatizar: Bien has dicho: No tengo marido. Había tenido cinco maridos y los había dejado a todos en rápida sucesión. El asunto de los divorcios en Palestina en el tiempo del Señor se estaba acercando rápidamente a la condición en la cual gustos o aversiones momentáneas decidían la elección de una mujer.

Esta mujer ahora vivía con un hombre sin la formalidad de una ceremonia de matrimonio, o en el mejor de los casos en un matrimonio de hecho. El Señor le dijo todo esto, con su omnisciencia, con el fin de hacerle comprender su pecaminosidad, de hacerle ver la profundidad en que había caído. Ella debe volverse plenamente consciente de su culpa contra el Sexto Mandamiento y toda la Ley antes de tener el deseo y el anhelo adecuados por las riquezas de la salvación de Cristo.

Nota: Siempre es así cuando el Señor convierte a un pecador. Al principio sólo hay unas pocas chispas débiles de penitencia, que se extinguirían sin la ayuda del Espíritu Santo. Pero luego profundiza la conciencia de transgresión y de culpa, para que el anhelo de salvación sea infundido por el dulce mensaje de salvación, por el Evangelio. Muy a menudo, la verdadera batalla en el corazón de una persona comienza solo después de que se ha sentido el deseo de salvación. Entonces Satanás trata de llevar al pecador a la desesperación. Es entonces cuando la gracia debe abundar mucho más.

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