Estad, pues, preparados también vosotros; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

Un estado de espera vigilante es lo que se espera de los cristianos de los últimos días. Serán como siervos cuyo amo ha ido a su banquete de bodas y espera volver a casa con su novia. Sus lomos estarán ceñidos, para 'servicio inmediato, sin demora ni demora; las luces estarán encendidas, para evitar toda confusión. Cada siervo estará en su lugar exacto y ocupado en su propio deber.

Apenas llegue el maestro, y en el momento de su llamada, estarán listos para abrirle la puerta y servirle, con gozosa vigilancia. Tal fidelidad es una rara virtud, pero dichosos los que han aprendido esta virtud, porque también tendrán una rara recompensa de gracia. Jesús declara solemnemente que el amo intercambiará roles con los sirvientes, instándolos a sentarse a la mesa, mientras que él mismo se ceñirá la ropa interior y "los ayudará a tomar porciones del banquete de bodas que ha traído a casa".

"Y si la venida del señor se retrasara hasta la segunda vigilia, justo antes de la medianoche, o hasta la tercera, justo después de la medianoche, y se obtuvieran las mismas condiciones, esos siervos se verían recompensados ​​por su fidelidad mucho más allá de lo merecido. Así, la discípulos de Cristo se encontrarán listos en todo tiempo para recibir a su Señor Jesucristo, cuando regrese para juzgar a vivos y muertos.

Y aunque simplemente están cumpliendo con su deber de vivir una vida de constante y orante vigilancia, Él les dará una recompensa de misericordia que sobrepasará con creces sus más preciadas esperanzas y expectativas.

La lección de estar alerta es enfatizada por otra parábola. Así como un ladrón puede venir a cualquier hora de la noche, y justo cuando menos se lo espera, y así como el padre de familia, por lo tanto, estará alerta en todo momento, no sea que el ladrón entre en la casa y lleve a cabo sus intenciones, así los discípulos del Señor deben estar en guardia para que no les llegue el último día sin estar preparados. Estar siempre listos y alertas, ese es su deber, siempre mirar hacia adelante a la llegada del último día; porque el Hijo del Hombre, como gran Juez, llega en el momento menos esperado.

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