Y dijo: Te digo, Pedro, que el gallo no cantará hoy antes de que niegues tres veces que me conoces.

Jesús ya había salido del aposento alto de la cena y probablemente se dirigía a Getsemaní con sus discípulos. En el camino se entabló una conversación, en el curso de la cual el Señor hizo a Pedro esta enfática advertencia. Dos veces lo llama Simón, su antiguo nombre, para indicar aun así la gravedad de la situación. Él pone todo el afecto del amor de Su Salvador y, sin embargo, suficiente angustia en Su túnel para que Pedro sienta la solemnidad.

Satanás los había buscado ansiosamente y con fervor a todos; no estaba satisfecho con Judas, sino que deseaba otras conquistas. Así como el trigo, después de ser pisado por primera vez, era aventado y luego sacudido en un cedazo para separar el grano de la paja, tal como en la moderna máquina de aventar, así Satanás se apoderaba de los discípulos para zarandearlos por medio de de aflicciones y tentaciones diversas. Haría uso del permiso de Dios hasta el límite.

La Pasión del Señor traería prueba, miedo y terror también sobre ellos, y luego el diablo haría todo lo posible para quitarles la fe de sus corazones. Todos los discípulos de Cristo deben recordar que en los días de angustia y angustia su adversario, el diablo, se aprovechará del hecho y tratará de devorarlos. Y justo en el caso de Simón el diablo triunfó; por muy poco tiempo venció.

Pero el Señor añade enseguida que lo ha hecho objeto especial de ferviente oración, para que su fe, que perdería en la negación, no le fuera quitada, no se perdiera permanentemente. Pero cuando Pedro se haya apartado de su gran pecado, debe fortalecer a sus hermanos, los otros discípulos, haciéndolos firmes en la fe y el amor. Pedro, con su habitual temeridad impetuosa, no quería que las palabras del Maestro fueran verdaderas; simplemente no admitiría que él, que había recibido tales evidencias del amor del Salvador y se sentía tan seguro, fuera a ser infiel.

Aseguró a Jesús: Señor, contigo estoy listo para ir incluso a la cárcel ya la muerte. Protegió su preparación repetidamente, dependiendo tontamente de su propia fuerza. Pero Jesús le dijo, a su vez, que el gallo no cantaría, que no vendría el tiempo regular del canto del gallo, Marco 13:35 , antes de haber negado a su Maestro tres veces.

Y su negación sería absoluta, una disminución incluso del conocimiento personal de Él. Pero Pedro no prestó atención a la advertencia. Si algún cristiano depende de su propia fuerza y ​​habilidad, está en el camino más seguro para negar a su Salvador. Sólo mediante la humildad constante y la oración incesante y confiada por la fuerza sustentadora de Dios se puede esperar permanecer fiel hasta el final.

Continua dopo la pubblicità
Continua dopo la pubblicità