y diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio.

La narración avanza muy rápidamente, ya que el evangelista simplemente esboza los primeros días de la obra oficial de Cristo. Omite la visita a Samaria, el viaje a Galilea y el regreso a Judea. Jesús esperó a propósito con una demostración más pública de sus poderes hasta que Juan el Bautista ya no estuviera ocupado en sus labores preparatorias. Con el encarcelamiento de Juan, su carrera prácticamente terminó, aunque algunos de sus discípulos continuaron adhiriéndose a él.

Ahora Cristo viajó a Galilea y salió abiertamente con su mensaje. Esto se debió en parte al hecho de que incluso en esta fecha temprana los fariseos de Judea estaban planeando quitarlo, Giovanni 4:1 , y en parte a la profecía a la que se refiere Mateo en este punto, Matteo 4:14 .

Su obra, Su ocupación constante en este tiempo, era predicar el Evangelio de Dios, la buena nueva de la cual Dios es Autor, que Dios había hecho posible, y que habla de Dios y de Su preocupación por toda la humanidad pecadora y caída. Es el mensaje característico del Nuevo Testamento. Su resumen es: Cumplido es el tiempo, y cercano está el reino de Dios; arrepentirse y creer en el Evangelio.

En y con la venida de Jesús se cumplió el tiempo que los profetas de la antigüedad siempre tuvieron en mente, Galati 4:4 ; Efesini 1:10 . Porque todo el Antiguo Testamento apunta hacia Su venida. Con Su venida también se ha acercado el reino de Dios.

Su presencia, mensaje y obra invitan a la fe en Él, por la cual todos los hombres deben llegar a ser miembros de Su reino. Porque "eso es lo que significa", como dice Lutero, "estar en el reino de los cielos, si soy un miembro vivo del cristianismo, y no sólo escucho el Evangelio, sino que también creo. Si esto no fuera así, un hombre estaría en el cielo, como si arrojara un leño o un bloque entre los cristianos, o como si el diablo estuviera entre ellos.

"El arrepentimiento debe preceder necesariamente a la fe, pues ésta implica la aceptación del Salvador de los pecadores y, por tanto, también el reconocimiento de los pecados cometidos. Los pecadores, aquellos que conocen su pecaminosidad, estarán entonces más que dispuestos a poner su confianza en el Evangelio, cuya esencia es el perdón de los pecados por los méritos de Jesucristo.Era un mensaje de salvación y de gloria lo que Jesús proclamaba aquí.

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