y de Jerusalén, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán; y los de Tiro y Sidón, una gran multitud, cuando oyeron las grandes cosas que hacía, vinieron a él.

Jesús hizo uso de la discreción y la prudencia. Conocía los planes de los fariseos, y por eso se apartó de sus artimañas, persecuciones y ataques. Con sus discípulos descendió al mar; estos hombres ahora se mencionan como importantes adherentes de Cristo, lo cual estaban destinados a ser más y más a medida que pasaba el tiempo. La orilla del lago era el lugar de retiro de Cristo; desde allí Él podría en cualquier momento alejarse fácilmente aún más.

Y la oposición de los fariseos había hecho aumentar el prestigio de Cristo de una manera que ellos no habían previsto, porque ahora una gran multitud, una muchedumbre inmensa, como lo nota dos veces el evangelista, reunida de todos lados. Había gente de Galilea, la parte norte de Palestina, donde Jesús estaba llevando a cabo la obra de Su ministerio. Hubo gente de Judea exclusiva que lo siguió.

Incluso la altiva Jerusalén estaba representada, así como Idumea, el país de los edomitas al sur y al oeste del Mar Muerto, y Perea, el país al este del Jordán, y el país alrededor de Tiro y Sidón, en Fenicia. Fue un movimiento de avivamiento que afectó a todo el país. Difícilmente había una persona de inteligencia promedio en toda Palestina y en los países vecinos que no hubiera oído hablar del gran Profeta y Su predicación y sanidad en Galilea. La fama de Sus grandes obras aún se estaba extendiendo, y la gente, en consecuencia, acudía en masa a Él.

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