Y guardaron ese dicho entre sí, preguntándose unos a otros qué significaba la resurrección de entre los muertos.

Tan rápido como había comenzado la aparición milagrosa, también terminó. Los discípulos, todavía medio aturdidos, sintieron que el paño mortuorio había sido levantado y, mirando a su alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Moisés y Elías habían sido devueltos al lugar de la felicidad eterna de la misma manera maravillosa en que habían sido llevados a la montaña. Jesús, su Maestro, estaba ahora con ellos de nuevo en su forma y vestimenta habituales, sin evidencia de la gloria que acababa de brillar a través de él.

Sus palabras tranquilizadoras y su toque los devolvieron completamente a sus sentidos. Mientras descendían juntos del monte, les encargó con fervor que transmitieran a nadie el relato de lo que habían visto hasta después de la resurrección del Hijo del hombre. La gente tenía una idea totalmente equivocada en cuanto a la obra y misión del Mesías, y la noticia de esta aparición milagrosa solo habría fortalecido esta falsa concepción.

Pero en ese momento, cuando Su. muerte hubiera quitado y refutado todas las creencias y esperanzas equivocadas en un Mesías terrenal, con un reino terrenal, y especialmente después de que Él hubiera resucitado de entre los muertos, entonces esta revelación debe ser parte de su predicación, no deben dudar en proclamar el pleno verdad sobre la transfiguración. Los tres discípulos aceptaron este encargo con el debido espíritu de mansedumbre y obediencia; guardaron su secreto hasta el tiempo que Jesús les había indicado, aun de los demás discípulos.

Mientras tanto, sin embargo, discutieron entre ellos la cuestión de cómo se debía entender eso con respecto a la resurrección de entre los muertos. No es que no supieran que habría una resurrección de los muertos en el último día. Esta doctrina era conocida y creída por todos los judíos, siendo los únicos disidentes la secta de los saduceos. La dificultad para ellos residía en esto, tanto en cuándo resucitaría de entre los muertos, como dicen algunos manuscritos, como en cómo se haría.

El único anuncio de Cristo acerca de su Pasión, muerte y resurrección aún no había entrado en su corazón y entendimiento. A qué resurrección expresa y particular de los muertos se refería el Señor para sí mismo era un misterio para ellos. Así, los cristianos sinceros encontrarán muchos puntos en las Escrituras y en los dichos de Jesús que son un misterio para ellos; no entienden en qué sentido deben entenderse y aplicarse en casos individuales; pero el escudriñamiento cuidadoso de la Palabra abrirá los ojos, bajo la guía del Espíritu.

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