Éxodo 15:1-27

1 Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al SEÑOR, diciendo: “¡Cantaré al SEÑOR, pues se ha enaltecido grandemente! ¡Arrojó al mar al caballo y su jinete!

2 El SEÑOR es mi fortaleza y mi canción; él ha sido mi salvación. ¡Este es mi Dios! Yo lo alabaré. ¡El Dios de mi padre! A él ensalzaré.

3 “El SEÑOR es un guerrero. ¡El SEÑOR es su nombre!

4 Ha echado al mar los carros y al ejército del faraón. Fueron hundidos en el mar Rojo sus mejores oficiales.

5 Las aguas profundas los cubrieron; descendieron como piedra a las profundidades.

6 “Tu diestra, oh SEÑOR, ha sido majestuosa en poder; tu diestra, oh SEÑOR, ha quebrantado al enemigo.

7 Con la grandeza de tu poder has destruido a los que se opusieron a ti; desataste tu furor, y los consumió como a hojarasca.

8 Por el soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; las olas se acumularon como un dique; las aguas profundas se congelaron en medio del mar.

9 Dijo el enemigo: ‘Perseguiré, tomaré prisioneros y repartiré el botín; mi alma se saciará de ellos; desenvainaré mi espada, y mi mano los desalojará’.

10 Pero tú soplaste con tu aliento, y el mar los cubrió. Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.

11 “¿Quién como tú, oh SEÑOR, entre los dioses? ¿Quién como tú, majestuoso en santidad, temible en hazañas dignas de alabanza, hacedor de maravillas?

12 Extendiste tu diestra, y la tierra los tragó.

13 En tu misericordia guías a este pueblo que has redimido, y lo llevas con tu poder a tu santa morada.

14 “Los pueblos lo oyen y tiemblan; la angustia se apodera de los filisteos.

15 Entonces los jefes de Edom se aterran; los poderosos de Moab son presas del pánico; se abaten todos los habitantes de Canaán.

16 Sobre ellos caen terror y espanto; ante la grandeza de tu brazo enmudecen como la piedra, hasta que haya pasado tu pueblo, oh SEÑOR; hasta que haya pasado este pueblo que tú has adquirido.

17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar que has preparado como tu habitación, oh SEÑOR, en el santuario que establecieron tus manos, oh SEÑOR.

18 El SEÑOR reinará por siempre jamás”.

19 Cuando la caballería del faraón entró en el mar con sus carros y jinetes, el SEÑOR hizo volver las aguas del mar sobre ellos, mientras que los hijos de Israel caminaron en seco en medio del mar.

20 Entonces María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.

21 Y María las dirigía diciendo: “¡Canten al SEÑOR, pues se ha enaltecido grandemente! ¡Ha arrojado al mar caballos y jinetes!”.

22 Moisés hizo que Israel partiera del mar Rojo, y ellos se dirigieron al desierto de Shur. Caminaron tres días por el desierto, sin hallar agua,

23 y llegaron a Mara. Pero no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas. Por eso pusieron al lugar el nombre de Mara.

24 Entonces el pueblo murmuró contra Moisés diciendo: — ¿Qué hemos de beber?

25 Moisés clamó al SEÑOR, y el SEÑOR le mostró un árbol. Cuando él arrojó el árbol dentro de las aguas, las aguas se volvieron dulces. Allí dio al pueblo leyes y decretos. Allí lo probó

26 diciéndole: — Si escuchas atentamente la voz del SEÑOR tu Dios y haces lo recto ante sus ojos; si prestas atención a sus mandamientos y guardas todas sus leyes, ninguna enfermedad de las que envié a Egipto te enviaré a ti, porque yo soy el SEÑOR tu sanador.

27 Llegaron a Elim, donde había doce manantiales de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

EL CANTICO DE MOISES.

1. Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel—La escena de esta canción de agradecimiento se supone que habrá sido el lugar de salida sobre la orilla oriental del Mar Bermejo, a Ayún Musa, las fuentes de Moisés. Estas están situadas algo más al norte a lo largo de la costa que el lugar de donde partieron los israelitas. Pero la línea de marcha del pueblo se extendería algo durante la travesía, y un extremo de ella llegaría tan al norte como estas fuentes, las que les surtirían de agua después de la travesía. Este cántico es, por unos cien años, el poema más viejo del mundo. Hay una sublimidad y hermosura en el lenguaje que no tiene rival. Pero su superioridad no proviene del esplendor del estilo. Sus excelencias poéticas han evocado la admiración de los mejores jueces literarios, mientras que el carácter del acontecimiento conmemorado, y su origen en la inspiración divina, contribuyen a darle un interés y una sublimidad peculiares. Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente—Considerándose el estado de servidumbre en que ellos habían nacido y fueron criados, y los rasgos rudos de carácter que a menudo manifiesta su historia posterior, no puede suponerse que los hijos de Israel fuesen competentes para aprender de memoria y apreciar las hermosuras de este cántico inimitable. Pero ellos habrían podido entender perfectamente su penetrante tono de sentimiento; y, con miras de mejorar debidamente la ocasión, se creyó necesario que todos, ancianos y jóvenes, uniesen sus voces para ensayar sus palabras. Así como cada individuo tenía motivo, así todos y cada uno dieron expresión a sus sentimientos de gratitud.

20. María la profetisa—así llamada por haber recibido revelaciones divinas (Números 12:1; Miqueas 6:4), pero en este caso principalmente por eminentemente práctica en la música, y en este sentido la palabra “profecía” se usa a veces en las Escrituras (1 Crónicas 25:1; 1 Corintios 11:5). tomó un pandero—tambor pequeño -instrumento musical en forma de aro, con anillos o pedazos de bronce al rededor para hacer un retintín, cubierto con pergamino estirado como un bombo. Se le golpea con los dedos, y corresponde a nuestro tamborete. todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas—Entenderemos esto viendo las costumbres modernas de Oriente, donde la danza, un movimiento expresivo lento, grave y solemne, generalmente acompañado con canto y panderos, todavía es dirigida por la mujer principal de la compañía, imitándola las demás y repitiendo las palabras del cántico como salen de los labios de ella.

21. María les respondía—“les” en hebreo es masculino, de modo que Moisés probablemente dirigía a los hombres y María a las mujeres, respondiendo las dos bandas por turno, y cantando la primera estrofa como un coro.

22. desierto de Shur—abarcando toda la parte occidental de Arahia Pétrea. El desierto de Etham era parte de él, extendiéndose alrededor de la parte norte del Mar Bermejo, y una distancia considerable a lo largo de la costa oriental; mientras el “desierto de Shur” (ahora Sudhr) era el nombre de toda la región desierta de Arabia Pétrea que lindaba con la Palestina.

23. llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas—Sobre la ruta general de todos los viajeros hacia el sur, entre el mar y la meseta del Tih (valle de extravío), casi universalmente se cree que Mara es lo que ahora se llama Howarah, en el Wady-Amarah, como a 48 kilómetros del lugar donde los israelitas salieron sobre la costa oriental del Mar Bermejo, una distancia bastante suficiente para un viaje de tres días. No hay otro manantial perenne en el lugar inmediato. El agua todavía retiene su carácter antiguo, y tiene mala fama entre los árabes, que rara vez permiten que sus camellos la beban.

25. Jehová le mostró un árbol, el cual metídolo que hubo dentro de las aguas, las aguas se endulzaron—Algunos viajeros han pensado que este árbol es el “elvah” de los árabes, un arbusto de forma y flor similar a nuestro espino blanco; otros, las bayas de Ghurkhud, un arbusto hallado cerca de todos los manantiales salados. Pero ni el uno ni el otro de estos arbustos tienen, según los conocimientos de los naturales del lugar, tales virtudes. Es mucho más probable que Dios milagrosamente haya dotado algún árbol con la cualidad de purificar el agua amarga, usando el árbol como medio, pero el acto de endulzarla no se debió a la naturaleza o cualidad del árbol, sino al poder de Dios (Comp. Juan 9:6). Y de aquí los “mandamientos” y “estatutos”, que siguieron, los cuales habrían sido singularmente inoportunos, si no hubiera sido obrado un milagro. y allí los probó—Dios ahora trajo a los israelitas a circunstancias que pondrían a prueba su fe y obediencia (Génesis 22:1).

27. llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas—Se supone que sea lo que ahora se llama Wady-Ghurandel, la corriente de agua más extensa en el desierto occidental, oasis adornado con gran variedad de árboles, entre los cuales la palmera es todavía sobresaliente, y fertilizados por un arroyo copioso. Se calcula que tiene un kilómetro y medio de anchura, pero se extiende lejos hacia el nordeste. Después de una caminata fatigante por el desierto, éste habría parecido un campamento lo más delicioso por su sombra y verdor, como también por su abundante provisión de agua dulce para la multitud sedienta. La palmera se llama “el árbol del desierto”, pues su presencia es siempre señal de agua. Las palmeras en este lugar han aumentado, grandemente en número, pero las fuentes han disminuído.

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