Éxodo 16:1-36

1 Toda la congregación de los hijos de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día quince del mes segundo después de salir de la tierra de Egipto.

2 Entonces toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto.

3 Los hijos de Israel les decían: — ¡Ojalá el SEÑOR nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos! Nos han sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

4 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: — He aquí, yo haré llover para ustedes pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día; así lo pondré a prueba, si anda en mi ley o no.

5 Pero en el sexto día prepararán lo que han de llevar, que será el doble de lo que recogen cada día.

6 Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: — Al atardecer sabrán que el SEÑOR los ha sacado de la tierra de Egipto.

7 Y al amanecer verán la gloria del SEÑOR, porque él ha oído sus murmuraciones contra el SEÑOR. Pues, ¿qué somos nosotros para que murmuren contra nosotros?

8 — Agregó Moisés — : El SEÑOR les dará al atardecer carne para comer y al amanecer pan hasta saciarse, porque el SEÑOR ha oído las murmuraciones de ustedes contra él. Pues, ¿qué somos nosotros? Sus murmuraciones no son contra nosotros, sino contra el SEÑOR.

9 Moisés dijo a Aarón: — Di a toda la congregación de los hijos de Israel: “Acérquense a la presencia del SEÑOR, pues él ha oído sus murmuraciones”.

10 Y sucedió que mientras Aarón hablaba a toda la congregación de Israel, miraron hacia el desierto; y he aquí, la gloria del SEÑOR se apareció en la nube.

11 Y el SEÑOR habló a Moisés diciendo:

12 — Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales diciendo: “Al atardecer comerán carne, y al amanecer se saciarán de pan, y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios”.

13 Al atardecer vinieron las codornices y cubrieron el campamento. Y al amanecer había una capa de rocío alrededor del campamento.

14 Cuando se evaporó la capa de rocío, he aquí que sobre la superficie del desierto había una sustancia menuda, escamosa y fina como la escarcha sobre la tierra.

15 Al verla, los hijos de Israel se preguntaron unos a otros: — ¿Qué es esto?. Pues no sabían lo que era. Entonces Moisés les dijo: — Es el pan que el SEÑOR les da para comer.

16 Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: “Recojan de ello cada uno según lo que necesite para comer: como dos kilos por persona. Cada uno recogerá según el número de las personas que están en su tienda”.

17 Así lo hicieron los hijos de Israel. Unos recogieron más, y otros menos.

18 Midieron como dos kilos, y al que recogió mucho no le sobró, y al que recogió poco no le faltó. Cada uno recogió según lo que necesitaba para comer.

19 Y Moisés les dijo: — Ninguno guarde nada de ello hasta el día siguiente.

20 Pero no obedecieron a Moisés, sino que algunos guardaron algo para el día siguiente; pero crió gusanos y hedió. Y Moisés se enojó contra ellos.

21 Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que necesitaba para comer; y cuando el sol calentaba, se derretía.

22 En el sexto día recogieron doble porción de comida: como cuatro kilos para cada uno. Todos los principales de la congregación fueron a Moisés y se lo hicieron saber.

23 Y él les dijo: — Esto es lo que ha dicho el SEÑOR: “Mañana es sábado de reposo, el sábado consagrado al SEÑOR. Lo que tengan que cocer al horno, cuézanlo hoy; y lo que tengan que cocinar, cocínenlo. Y todo lo que sobre, déjenlo a un lado y guárdenlo para la mañana”.

24 Ellos lo guardaron para la mañana, según lo había mandado Moisés, y no hedió ni crió gusanos.

25 Y dijo Moisés: — Cómanlo hoy, porque es el sábado del SEÑOR. Hoy no lo hallarán en el campo.

26 Seis días lo recogerán; pero el séptimo día es sábado, en el cual no será hallado.

27 Aconteció que algunos del pueblo salieron para recoger en el séptimo día, y no hallaron nada.

28 Y el SEÑOR dijo a Moisés: — ¿Hasta cuándo rehusarán guardar mis mandamientos y mis instrucciones?

29 Miren que el SEÑOR les ha dado el sábado, y por eso en el sexto día les da pan para dos días. Permanezca cada uno en su lugar; nadie salga de allí en el séptimo día.

30 Así reposó el pueblo el séptimo día.

31 La casa de Israel lo llamó “maná”. Era como semilla de cilantro, blanco; y su sabor era como de galletas con miel.

32 Moisés dijo: — Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: “Llenen como dos kilos de maná para que sea conservado para sus generaciones, a fin de que ellas vean el pan que les di a comer en el desierto, cuando los saqué de la tierra de Egipto”.

33 Moisés también dijo a Aarón: — Toma una vasija y pon en ella como dos kilos de maná; colócala delante del SEÑOR, para que sea conservado para las generaciones de ustedes.

34 Y Aarón lo puso delante del Testimonio, para que fuera conservado, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

35 Los hijos de Israel comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán.

36 (La medida llamada “gomer” era como dos kilos, a su vez era la décima parte de la medida que llamaban “efa”).

MURMURACION POR EL PAN.

1. partiendo de Elim—donde habían quedado varios días, vino al desierto de Sin—Según Números cap. 32, parece que varias etapas están omitidas en este relato del viaje. Este pasaje representa a los israelitas, internados en la gran llanura, que, empezando cerca de El-Murkah, se extiende con una anchura mayor o menor casi hasta la extremidad de la península. En su parte más ancha al norte de Tur, se llama El-Kaa, que probablemente es el desierto de Sin. (Robinson.)

2. toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón—Los viajeros modernos por el desierto de Sinaí suelen llevar lo suficiente para la subsistencia de hombres y animales durante cuarenta días. Como los israelitas habían estado más de un mes en el viaje, su provisión de grano y otros elementos estaba casi, si no del todo, agotada; y como no había perspectiva de procurar medios de mantenimiento en el desierto, excepto algunas olivas silvestres y miel (Deuteronomio 32:13), hubo fuertes quejas contra los dirigentes.

3. Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehova en la tierra de Egipto—¡Cuán irrazonables y absurdas las quejas contra Moisés y Aarón! ¡Cuán injustas e impías contra Dios! Después de toda su experiencia de la sabiduría, bondad y poder de Dios, nos detenemos y nos maravillamos del relato sagrado acerca de la dureza e incredulidad de ellos. Pero la expresión de sentimientos es contagiosa en tan gran multitud, y hay tal sentimiento de soledad y desesperación en el desierto que nadie lo puede disipar; y además, tenemos que recordar que ellos eran hombres absorbidos en lo presente; que el Consolador no les había sido dado; y que estaban desprovistos de todos los medios visibles de mantenimiento, y lejos de toda comodidad visible, con solamente las promesas de un Dios invisible a quien mirar como el único fundamento de su esperanza. Y aunque lamentemos que ellos tentasen a Dios en el desierto y reconociéramos su pecado en hacerlo, podemos hallar alguna razón por la cual aquéllos que en toda su vida habían estado acostumbrados a caminar por vista, en circunstancias de dificultad y perplejidad, hallarían difícil caminar por fe. ¿No hallamos nosotros difícil caminar por fe a través del desierto de este mundo, aun cuando estamos a la luz de una revelación más clara y bajo un conductor más noble que Moisés? (Fisk.) (Véase 1 Corintios 10:11).

4. Y Jehová dijo a Moisés—Aunque la queja se dirigía directamente contra los conductores humanos, indirectamente fué contra Dios; sin embargo, fijémonos en su paciencia, y cuán benignamente prometió él corregir el agravio. yo os haré llover pan del cielo—Israel, tipo de la iglesia que es de arriba, y estando bajo la dirección, gobierno y leyes del cielo, recibió su alimento del cielo también (Salmo 78:24). para que yo le pruebe si anda en mi ley, o no—El gran propósito de que se internaran en el desierto, era para que recibiesen una preparación religiosa directamente bajo el ojo de Dios; y la primera lección enseñada fué una dependencia constante de Dios para su mantenimiento diario.

13. venida la tarde, subieron codornices que cubrieron el real—Esta ave es de la clase de las gallináceas parecida a la perdiz roja, pero no más grande que la tórtola. Se hallan en ciertas épocas en los lugares por donde pasaron los israelitas, siendo aves migratorias, y probablemente fueron traídas al campamento por “un viento de Jehová”, como en otra ocasión (Números 11:31).

13-31. y a la mañana … cosa menuda, redonda … maná—Hay una goma del mismo nombre exhudada en esta región desierta por el tamarisco, que es muy estimada por los naturales, y conservada cuidadosamente por los que la recogen. Se recoge temprano en la mañana, pues se derrite bajo el calor del sol, y se congela por el frío de la noche. Tiene un gusto tan dulce como la miel, y viajeros distinguidos han supuesto, por su color blanquisco, que podrían ser el maná de que se alimentaban los israelitas; de modo que, según algunos el maná sería un producto natural del desierto; pero según otros creen que hubo un milagro, que consistió, sin embargo, sólo en el arreglo sobrenatural en cuanto a su provisión abundante. Pero un examen reciente y prolijo ha probado que esta goma del árbol tarfa carece de todas las características del maná de las Escrituras. Sale en sólo cantidades pequeñas, y no todos los años; no puede ser cocida en horno (Números 11:8) ni en olla (v. 23). Aunque puede ser evaporada por el calor y más tarde cae con el rocío, es una medicina, no alimento; es bien conocido a los habitantes del desierto, mientras que los israelitas desconocían el maná; pero en sabor como también en la producción de doble cantidad los viernes, y ninguna los sábados, y en el hecho de que no cría gusanos, es esencialmente diferente del maná provisto a los israelitas.

32-34. Henchirás un gómer de él para que se guarde para vuestros descendientes.—El mero hecho de que semejante multitud fuera alimentada durante cuarenta años en el desierto, donde no se obtiene comida de ninguna clase, evidenciará la absoluta imposibilidad de que subsistiesen con un producto natural de la clase y cantidad de esta goma de tarfa; y como si fuera con el propósito de quitar toda especulación semejante sin fundamento, se le mandó a Aarón poner una muestra en una olla -olla de oro (Hebreos 9:4), colocada ante el Testimonio, y que fuese guardada allí para que las generaciones futuras pudieran ver el pan con el cual Dios daba de comer a sus padres en el desierto. Pero nosotros tenemos el pan del cual aquel era meramente típico (1 Corintios 10:3; Juan 6:32.)

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