Éxodo 40:1-38

1 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:

2 “El primer día del mes primero harás levantar la morada, el tabernáculo de reunión.

3 Pondrás allí el arca del testimonio y la cubrirás con el velo.

4 Meterás la mesa y la pondrás en orden. Meterás también el candelabro y encenderás sus lámparas.

5 Pondrás el altar de oro para el incienso delante del arca del testimonio, y pondrás la cortina a la entrada del tabernáculo.

6 “Después pondrás el altar del holocausto delante de la entrada de la morada, el tabernáculo de reunión.

7 Colocarás la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás agua en ella.

8 Finalmente pondrás el atrio alrededor y la cortina a la entrada del atrio.

9 “Luego tomarás el aceite de la unción, y ungirás el tabernáculo y todo lo que está en él. Así lo consagrarás junto con todos sus utensilios, y será santo.

10 Ungirás también el altar del holocausto y todos sus utensilios. Así consagrarás el altar, y el altar será santísimo.

11 Asimismo, ungirás la fuente y su base, y la consagrarás.

12 “Después harás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua.

13 Vestirás a Aarón con las vestiduras sagradas, lo ungirás y lo consagrarás, para que me sirva como sacerdote.

14 Luego harás que sus hijos se acerquen, los vestirás con las vestiduras

15 y los ungirás como ungiste a su padre. Así me servirán como sacerdotes. Su unción les servirá para un sacerdocio perpetuo a través de sus generaciones”.

16 Moisés hizo conforme a todo lo que el SEÑOR le había mandado; así lo hizo.

17 Y el tabernáculo fue levantado el primer día del mes primero del segundo año.

18 Moisés hizo levantar el tabernáculo y asentó sus bases, puso sus tablones, colocó sus travesaños, levantó sus pilares,

19 extendió la tienda sobre el tabernáculo y colocó la cubierta encima del tabernáculo, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

20 Después tomó el testimonio y lo puso dentro del arca. Colocó las varas en el arca, y encima de ella puso el propiciatorio.

21 Introdujo el arca en el tabernáculo, puso el velo de protección y cubrió el arca del testimonio, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

22 Después puso la mesa en el tabernáculo de reunión, en el lado norte del tabernáculo, fuera del velo.

23 Colocó sobre ella en orden el pan delante del SEÑOR, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

24 Colocó el candelabro en el tabernáculo de reunión, frente a la mesa, en el lado sur del tabernáculo.

25 Luego encendió las lámparas delante del SEÑOR, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

26 Luego colocó el altar de oro en el tabernáculo de reunión, delante del velo.

27 Y quemó sobre él incienso aromático, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

28 Puso, asimismo, la cortina a la entrada del tabernáculo.

29 Colocó el altar del holocausto a la entrada de la morada, el tabernáculo de reunión, y sobre él ofreció el holocausto y la ofrenda vegetal, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

30 Colocó la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar, y puso en ella agua para lavarse.

31 Moisés, Aarón y sus hijos lavaban en ella sus manos y sus pies.

32 Cuando entraban en el tabernáculo de reunión y cuando se acercaban al altar, se lavaban, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

33 Finalmente, hizo levantar el atrio alrededor del tabernáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Y así Moisés acabó la obra.

34 Entonces la nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria del SEÑOR llenó la morada.

35 Moisés no podía entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria del SEÑOR había llenado la morada.

36 En todas sus etapas, cuando la nube se levantaba del tabernáculo, los hijos de Israel partían;

37 pero si la nube no se levantaba, no partían hasta el día en que ella se levantaba.

38 Porque en todas sus etapas, la nube del SEÑOR estaba de día sobre el tabernáculo; y el fuego estaba allí de noche, a la vista de toda la casa de Israel.

EL TABERNACULO LEVANTADO Y UNGIDO.

2. en el primer día del mes primero—De una consideración cuidadosa de los incidentes relatados como acontecidos después del éxodo (cap. 12:2; 13:4; 19:1; 20:18; 34:28, etc.), se ha calculado que el trabajo del tabernáculo fué empezado dentro de seis meses después de aquella emigración; y por consiguiente, que otros seis meses habían sido ocupados en construirlo. Tan largo período gastado en preparar los materiales de un pabellón movible, sería difícil entender, si no fuera por lo que se nos dice de las vastas dimensiones del tabernáculo, como también de la inmensa variedad de trabajo curioso y elaborado que requerían sus diferentes artículos de moblaje. el tabernáculo—el edificio entero. tabernáculo del testimonio—el original dice: “tienda del testimonio”—la cubierta sobre el tabernáculo (v. 19).

15. los ungirás como ungiste a sus padres—Se hizo uso del óleo sagrado, pero no parece que la ceremonia fuera ejecutada exactamente de la misma manera; porque aunque el aceite de la unción fué rociado sobre las vestimentas de Aarón y sus hijos (cap. 29:21; Levítico 8:30), no fué derramado sobre la cabeza de éstos. Esta distinción fué reservada para el sumo sacerdote (cap. 29:7; Levítico 8:12; Salmo 133:2).

16. Moisés hizo conforme a todo lo que Jehová le mandó—Por su parte, mostró la misma fidelidad escrupulosa en conformarse al “modelo” en la disposición de los muebles, que había sido manifestada por los obreros al erigir el edificio.

33. Así acabó Moisés la obra—Aunque no está expresamente relatado en este pasaje, por lo que tuvo lugar en ocasiones similares, hay razón para creer que el día de la inauguración el pueblo fué llamado de sus tiendas; se formó una vasta asamblea, pero en disposición tranquila y ordenada al rededor del recién construído tabernáculo.

34. una nube—literalmente, “LA nube” -la nube mística del bien conocido símbolo de la presencia divina. Después de estar a gran distancia de ellos sobre la cumbre de la montaña, parecía estar en movimiento; y si muchos de ellos sentían temor secreto acerca de las consecuencias, ¡cómo reviviría el corazón desfallecido; crecería intensamente el interés del momento, y rebosaría el gozo, cuando se vió que aquella nube simbólica estaba lenta y majestuosamente descendiendo hacia abajo a la llanura, y cubriendo el tabernáculo! La ocultación completa y total del tabernáculo dentro de los pliegues de una nube impenetrable, no carecía de un significado profundo e instructivo: era protección al edificio sagrado del calor ardiente del clima arábigo; era una prueba de la presencia divina; y era también un emblema de la dispensación mosaica, la cual, aunque era una revelación del cielo, sin embargo, dejó muchas cosas escondidas en la obscuridad; porque era una nube obscura en comparación con la brillante nube que señaló los descubrimientos más claros y más completos del carácter y la gloria divinos, en el evangelio (Mateo 17:5). la gloria de Jehová hinchió el tabernáculo—o sea, la luz y el fuego, un esplendor creado, que era el símbolo peculiar de Dios (1 Juan 1:5, Joel 1:5). Sea que esta luz fuera inherente a la nube o no, en esta ocasión emanaba de ella, y al hacer su entrada, no con la velocidad de un relámpago, sino con esplendor majestuoso, pasó por el atrio exterior al interior del lugar santísimo (1 Reyes 8:10; Juan 1:14). Su carácter milagroso es mostrado por el acto de que, aunque “llenó el tabernáculo”, ni una cortina ni una pieza del moblaje fué chamuscado.

35. no podía Moisés entrar en el tabernáculo del testimonio—¡Cómo demuestra esta circunstancia la incapacidad del hombre, en su estado actual, de mirar a cara descubierta las perfecciones de la Divinidad! Moisés no pudo soportar el claro fulgor ni tampoco pudieron los más sublimes de los profetas (Isaías 6:5). Pero lo que ni Moisés ni los más eminentes de los mensajeros de Dios a la antigua iglesia por la debilidad de la naturaleza pudieron soportar, nosotros todos podemos hacerlo ahora por el ejercicio de la fe; mirando a Jesús, quien refleja con resplandor depurado la claridad de la gloria del Padre; y, quien, habiendo entrado como Precursor para nosotros dentro del velo, nos ha invitado a acercarnos con valor al propiciatorio. Mientras que Moisés era obligado, por la influencia de un temor abrumador, a estar a la distancia, y no pudo entrar al tabernáculo, Cristo entró al lugar santísimo no hecho por manos; en efecto, él mismo es el verdadero tabernáculo, lleno de la gloria de Dios, siempre con gracia y verdad, que triplicaba la “Shekinah”. ¡Qué motivo tenemos para dar gracias a Dios por Jesucristo, quien, siendo el resplandor de la gloria del Padre, sin embargo, exhibía aquella gloria de una manera tan suave y atrayente, como para animarnos a acercarnos con confianza y amor a la presencia divina!

36. cuando la nube se alzaba del tabernáculo—Viajando por los desiertos arenosos, sin rastros, del Oriente, se ha recurrido, desde tiempos inmemoriales, al uso de antorchas, que emitían nubes de humo de día y de fuego en la noche. Los ejércitos de Darío y Alejandro fueron conducidos de esta manera. (Faber.) Las caravanas árabes de hoy siguen la misma costumbre; y materiales para estas antorchas son acumuladas entre otros preparativos para un viaje. Fuego vivo, levantado en vasos en el extremo de largos palos, y siendo visto a larga distancia, sirve, por el humo en el día y la luz en la noche, como señal para la marcha, mejor que la trompeta, que no se oye en los extremos de un campamento grande. (Laborde.) Esta usanza y el milagro relatado por Moisés se ilustran mutuamente. La usanza nos lleva a pensar que el milagro era necesario, y digno de ser obrado por Dios; y por la otra parte, el milagro de la columna de nube, que producía el doble beneficio de sombra de día y luz por la noche, da a entender no sólo que la usanza no era desconocida por los hebreos, sino que suplía todas las necesidades que ellos sentían al igual que otros viajeros al través de aquellas regiones fatigantes. (Faber, Hess, Grandpierre.) Pero su apariencia peculiar, su carácter uniforme y movimientos regulares la distinguían de todos los fenómenos atmosféricos comunes. Era una bendición inapreciable a los israelitas, y siendo reconocida por todas las clases como el símbolo de la presencia divina, guiaba sus viajes y regulaba sus campamentos (comp. Salmos 29, 105).

38. la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, etc.—Mientras que hasta ahora la nube aparecía algunas veces en un lugar, algunas veces en otro, ahora se hallaba sobre el tabernáculo solamente; de modo que desde el momento que el santuario fué erigido, y la gloria de Jehová había llenado el edificio sagrado, miraban los israelitas hacia el lugar que Dios había escogido para poner allí su nombre, para que pudiesen gozar de los beneficios de su Guía celestial (Números 9:15). De igual manera, la iglesia tenía la revelación divina como su guía desde el principio, mucho antes de que la palabra de Dios existiera en forma escrita; pero siempre desde el establecimiento de aquel canon sagrado, ella está descansando sobre la palabra revelada como su tabernáculo, y únicamente allí ha de hallarse la dirección divina. Nos acompaña dondequiera que vayamos, así como la nube indicaba el camino de los israelitas. Es siempre accesible; podrá ser llevada en nuestro bolsillo cuando andamos a pie; podrá ser grabada sobre las tablas interiores de nuestra memoria y nuestro corazón; y guía tan verdadera, fiel y perfecta es, que no hay escena del deber o de prueba en medio de la cual tengamos que pasar en este mundo, sin que ella provea una dirección clara, segura e inenarrable (Colosenses 3:16).

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