Juan 7:1-53

1 Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea porque los judíos lo buscaban para matarlo.

2 Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos.

3 Por tanto, le dijeron sus hermanos: — Sal de aquí y vete a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces.

4 Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.

5 Pues ni aun sus hermanos creían en él.

6 Entonces Jesús les dijo: — Mi tiempo no ha llegado todavía pero el tiempo de ustedes siempre está a la mano.

7 El mundo no puede aborrecerlos a ustedes pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.

8 Suban ustedes a la fiesta. Yo no subo todavía a esta fiesta porque mi tiempo aún no se ha cumplido.

9 Habiendo dicho esto, él se quedó en Galilea.

10 Pero cuando sus hermanos hubieron subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto.

11 Los judíos lo buscaban en la fiesta y decían: — ¿Dónde está aquel?

12 Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: “Es bueno”. Pero otros decían: “No, sino que engaña a la gente”.

13 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él por miedo de los judíos.

14 Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba.

15 Entonces los judíos se asombraban diciendo: — ¿Cómo sabe este de letras sin haber estudiado?

16 Por tanto, Jesús les respondió y dijo: — Mi doctrina no es mía sino de aquel que me envió.

17 Si alguien quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.

18 El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero y en él no hay injusticia.

19 ¿No les dio Moisés la Ley? Y ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué buscan matarme?

20 La multitud respondió: — Demonio tienes. ¿Quién busca matarte?

21 Jesús respondió y les dijo: — Una sola obra hice, y todos se asombran.

22 Por esto Moisés les dio la circuncisión (no porque sea de Moisés sino de los padres), y en sábado circuncidan al hombre.

23 Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿se enojan conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo?

24 No juzguen según las apariencias sino juzguen con justo juicio.

25 Decían entonces algunos de Jerusalén: — ¿No es este a quien buscan para matarle?

26 ¡He aquí, habla públicamente y no le dicen nada! ¿Será que los principales realmente han reconocido que él es el Cristo?

27 Pero este, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde sea.

28 Entonces Jesús alzó la voz en el templo, enseñando y diciendo: — A mí me conocen y saben de dónde soy. Y yo no he venido por mí mismo; más bien, el que me envió, a quien ustedes no conocen, es verdadero.

29 Yo lo conozco, porque de él provengo y él me envió.

30 Entonces procuraban prenderle, pero nadie puso su mano sobre él porque todavía no había llegado su hora.

31 Muchos del pueblo creyeron en él y decían: “Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales que las que hizo este?”.

32 Los fariseos oyeron que la multitud murmuraba estas cosas acerca de él, y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para tomarlo preso.

33 Entonces dijo Jesús: — Todavía estaré con ustedes un poco de tiempo; luego iré al que me envió.

34 Me buscarán y no me hallarán, y a donde yo estaré ustedes no podrán ir.

35 Entonces los judíos se decían entre sí: — ¿A dónde se ha de ir este, que nosotros no lo hallemos? ¿Acaso ha de ir a la dispersión entre los griegos para enseñar a los griegos?

36 ¿Qué significa este dicho que dijo: “Me buscarán y no me hallarán, y no podrán ir a donde yo estaré”?

37 Pero en el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz diciendo: — Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

38 El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior.

39 Esto dijo acerca del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues todavía no había sido dado el Espíritu porque Jesús aún no había sido glorificado.

40 Entonces, cuando algunos de la multitud oyeron estas palabras, decían: “¡Verdaderamente, este es el profeta!”.

41 Otros decían: “Este es el Cristo”. Pero otros decían: “¿De Galilea habrá de venir el Cristo?

42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de la aldea de Belén, de donde era David?”.

43 Así que había disensión entre la gente por causa de él.

44 Algunos de ellos querían tomarlo preso, pero ninguno le echó mano.

45 Luego los guardias regresaron a los principales sacerdotes y a los fariseos, y estos les dijeron: — ¿Por qué no lo trajeron?

46 Los guardias respondieron: — ¡Nunca habló hombre alguno así!

47 Entonces los fariseos les respondieron: — ¿Será posible que ustedes también hayan sido engañados?

48 ¿Habrá creído en él alguno de los principales o de los fariseos?

49 Pero esta gente que no conoce la ley es maldita.

50 Nicodemo, el que fue a Jesús al principio y que era uno de ellos, les dijo:

51 — ¿Juzga nuestra ley a un hombre si primero no se le oye y se entiende qué hace?

52 Le respondieron y dijeron: — ¿Eres tú también de Galilea? Escudriña y ve que de Galilea no se levanta ningún profeta.

53 [4][Y se fue cada uno a su casa.

CRISTO EN LA FIESTA DE LOS TABERNACULOS.

1, 2. Y pasadas estas cosas—es decir, todo lo que está relatado desde el cap. 5:18. andaba Jesús en Galilea—continuando sus labores allí, en vez de ir a Judea, como se habría pensado. procuraban matarle, etc.—refiriéndose al cap. 5:18. Por esto parece que nuestro Señor no asistió a la Pascua mencionada en el capSalmo 6:4, siendo la tercera después que empezó su ministerio, si la fiesta mencionada en el cap. 5:1, era una Pascua. fiesta … de los tabernáculos—Esta era la última de las tres fiestas anuales, celebrada el día 15 del séptimo mes (Septiembre). Véase Levítico 23:33, etc.; Deuteronomio 16:13, etc; Nehemías 8:14.

3-5. dijéronle sus hermanos—Véase la nota acerca de Mateo 13:54. Pásate de aquí, y vete a Judea, etc.—En el v. 5 este dicho se atribuye a su incredulidad. Pero como ellos estaban en el “aposento alto” entre los ciento veinte discípulos que esperaban el descenso del Espíritu Santo después de la ascensión del Señor (Hechos 1:14), parece que ellos habían perdido sus prejuicios, tal vez después de la resurrección. En efecto aquí, su lenguaje es más bien el de fuerte prejuicio y sospecha (tal como manifiestan parientes cercanos, aun los mejores de ellos, demasiado frecuentemente en tales casos) que de incredulidad. Y hubo tal vez también un tinte de vanidad en ello. “En Judea tienes muchos discípulos; aquí en Galilea te están dejando rápidamente; no es propio de uno que tiene las pretensiones que tienes tú, demorar mucho aquí, lejos de la ciudad de nuestras solmunidades, donde seguramente el reino de nuestro Padre David ha de ser levantado; buscando, como tú, ser conocido abiertamente esos milagros tuyos no deberían ser limitados a este rincón, sino exhibidos en la capital para la inspección del mundo.” (Véase Salmo 69:8 : “He sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre”).

6-10. Mi tiempo aun no ha venido—es decir, para “mostrarse al mundo”. vuestro tiempo siompre está presto, etc.—“Poco importa cuándo subáis vosotros, porque no tenéis grandes planes en la vida, y nada depende de los movimientos vuestros. Conmigo es distinto: de todo movimiento mío depende lo que vosotros no sabéis: El mundo no tiene contienda con vosotros, porque no dáis ningún testimonio contra él, y así no atraéis sobre vosotros nada de su ira; pero yo estoy aquí para levantar mi voz contra su hipocresía, y para denunciar sus abominaciones; por esto el mundo no puede aguantarme a mí, y un paso en falso podría precipitar su furia sobre la cabeza de la Víctima antes de tiempo. Idos, pues, a la fiesta, cuando os guste; yo seguiré en el momento oportuno, pero “mi tiempo todavía no se ha cumplido”.

10. entonces él también subió … no manifiestamente—no “en la caravana”. [Meyer.] (Véase la nota acerca de Lucas 2:44). sino como en secreto—más bien, “de manera secreta”; tal vez por otra ruta, y en forma de no llamar la atención.

11-13. buscábanle los Judíos—las autoridades, y no con fines buenos. ¿Dónde está él? No ha estado en Jerusalén tal vez por un año y medio. grande murmullo—“zumbido”. entre la gente—“las multitudes”; “la expresión natural de escritor judío, indicando el estado alborotado de Jerusalén en esta fiesta”. [Webster y Wilkinson.] Bueno es … No, engaña, etc.—dos opiniones contrarias de sus pretensiones: de que eran honradas y de que eran una falsedad. ninguno hablaba abiertamente de él—es decir, a favor de él, “por miedo de los judíos” gobernantes.

14, 15. al medio de la fiesta—el día cuarto o quinto de los ocho durante los cuales duraba. subió Jesús al templo, y enseñaba—La palabra indica enseñanza formal y continua, como distinguida de meros dichos casuales. Esta fué probablemente la primera vez que lo hizo así en Jerusalén. Esperó hasta que la fiesta estaba casi para terminar, para dejar que se calmase la agitación acerca de él, y entrando a la ciudad inesperadamente, empezó su “enseñanza” en el templo, y creó cierto asombro, antes que la ira de los gobernantes pudiera destruirlo. ¿Cómo sabe éste letras—instrucción. (Hechos 26:24). no habiendo aprendido?—en alguna escuela rabínica, como Pablo bajo Gamaliel. Estos gobernantes sabían muy bien que él nunca había estudiado bajo maestro humano: un dato importante en contra de las tentativas antiguas y modernas de trazar la sabiduría de nuestro Señor hasta fuentes humanas. [Meyer.] Probablemente su enseñanza en esta ocasión era expositiva, manifestando aquella facultad y profundidad incomparables que en el Sermón del Monte habían causado el asombro de todos.

16-18. Mi doctrina no es mía, etc.—es decir, de mí mismo, sin autorización. El que quisiere hacer su voluntad—dispuesto a hacerla. conocerá, si … de Dios … de mí mismo—de arriba, o desde abajo; si es doctrina divina o si es un engaño mío. Este es un principio de inmensa importancia, mostrando de la una parte, que la sinceridad de deseo de agradar a Dios es la gran entrada a la luz sobre todas las cuestiones que vitalmente afectan los intereses eternos de alguno; de la otra parte, que la falta de ésta, sea percibida o no, es la causa principal de la infidelidad en medio de la luz de la religión revelada. su propia gloria busca, etc.—Véase la nota acerca del cap. 5:41-44.

19, 20. ¿No os dió Moisés, etc.—quiere decir: “Al oponeros a mí, fingís celo por Moisés, mas al espíritu y al propósito de la ley que él dió, sois extraños totalmente, y tratando de matarme, sois enemigos de aquella ley”. Respondió la gente, y dijo: Demonio tienes: ¿quién te procura matar?—Esto fué dicho por “la multitud”, quien hasta ahora no tenía sentimiento malo para Jesús, y que ignoraba la conspiración, como bien sabía el Señor, contra el.

21-24. Una obra hice, etc.—No haciendo caso del clamor popular, pues estaban allí los que sabían bastante bien lo que él quería decir, él recuerda la curación del hombre inválido, y la furia homicida que había despertado (cap. 5:9, 16, 18). Puede parecer extraño que se refiriera a un hecho de hacía año y medio, como si fuese recién efectuado. Pero su tentativa actual de “matarle”, suscitó de nuevo toda la escena, no sólo a él, sino sin duda a los otros. también, si en efecto lo hubieran olvidado jamás; y por esta referencia atrevida a él, exponiendo la hipocresía y los planes funestos de ellos, él dió a su posición gran fuerza moral. Moisés os dió la circuncisión, etc.—Aunque trabajo servil fué prohibido en el sábado, la circuncisión de varones en ese día (que era trabajo servil) no fué contada como violación de la ley. ¿Cuánto menos falta debería hallarse en uno que había “hecho sano todo un hombre” en el sábado? ¡Qué testimonio a la realidad del milagro, pues nadie se atrevió a hacer frente al desafío! No juzguéis, etc.—“Que se suba por encima de la letra al espíritu de la ley”.

25-27. unos de los de Jerusalem—los ciudadanos, quienes, conociendo el propósito, formado hacía tiempo, de los gobernantes, de matar a Jesús, se asombraban de que ahora le permitiesen enseñar abiertamente. ¿si habrán entendido verdaderamente los príncipes, etc.—¿Han recibido ellos alguna luz nueva a favor de sus pretensiones? Mas éste, sabemos de dónde es—Esto parece referirse a alguna opinión corriente de que el origen del Mesías sería misterioso (no del todo equivocada), de la cual ellos concluían que Jesús no podría ser él, pues ellos lo sabían todo en cuanto a su familia en Nazareth.

28, 29. clamaba Jesús—en un tono más fuerte y estilo de dar testimonio más solemne que de costumbre. a mí me conocéis, y sabéis, etc.—“Sí; conocéis tanto a mí y mi parentezco local”, y sin embargo, “no he venido de mí mismo”. el que me envió es verdadero—Probablemente el sentido es: “El que me envió a mí, es el único enviador real de cualquiera.”

30-32. procuraban prenderle; mas ninguno puso en él mano—su incapacidad siendo igual a su malignidad. El Cristo, cuando viniere, ¿hará más señales, etc.—quiere decir: “Si éste no es el Cristo, ¿qué podrá hacer Cristo, cuando venga, que no haya sido anticipado y eclipsado por este hombre?” Este fué evidentemente el lenguaje de personas amigas, reprimidas por sus príncipes malignos, incapaces de callarse del todo. oyeron … que murmuraba—que murmullos a este efecto había entre el pueblo, y creían que era tiempo para hacerle callar a Jesús, si a él no le fuera permitido llevarse consigo a toda la multitud.

33, 34. Aun un poco de tiempo, etc.—“Vuestro deseo de deshaceros de mí, será cumplido demasiado pronto para vuestro bien. Hará poco todavía, y nos separaremos para siempre; porque a donde yo voy, vosotros no podréis seguir, ni tampoco, aun cuando al fin buscaréis a quien ahora despreciáis, no podréis hallarlo”—no refiriéndose a llamadas penitenciales, sino a gritos puramente egoístas en tiempo de la desesperación de ellos.

35, 36. ¿Adónde se ha de ir, etc.—No pueden comprenderlo, pero parece que están asombrados por la solemne grandeza de su advertencia. El, sin embargo, no hace cuenta de su pregunta.

37-39. el postrer día grande de la fiesta—el octavo día (Levítico 23:39). Era el sábado, el último día festivo del año, y distinguido por ceremonias notables. “El carácter gozoso en general de esta fiesta prorrumpía el último día en regocijos ruidosos, particularmente en el momento solemne, cuando el sacerdote, como era hecho todos los días de la fiesta, traía en vaso de oro agua del manantial de Siloé, que brotaba bajo la montaña del templo, y solemnemente la vertía sobre el altar. Entonces eran cantadas las palabras de Isaías 12:3 : Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salud”, y así la referencia simbólica de este acto, intimada en el v. 39, fué expresada”. [Olshausen.] Tan extático era el gozo con que se efectuaba esta ceremonia, acompañada por el son de trompetas, que se solía decir que quien no había visto esto, nunca había visto nada de regocijos”. [Lightfoot.] En esta ocasión especial, pues, él ya había atraído sobre sí las miradas de todos por su poder sobrenatural y su enseñanza incomparable, “Jesús se ponía en pie”, probablemente en algún sitio elevado, “y clamaba”, como si hiciera proclamación a oídos de todo el pueblo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” ¡Qué ofrecimiento! Los deseos más ardientes del espíritu humano se expresan aquí, como en el Antiguo Testamento, bajo la figura de “sed”, y la satisfacción eterna de aquellos deseos de “beber”. A la mujer de Samaria él había dicho casi la misma cosa, y en los mismos términos, Juan 4:13. Pero lo que a ella fué declarado como un hecho para ella, aquí se convierte en proclamación mundial; y mientras que allá, la dádiva por él del agua viva es la idea más prominente, en contraste con la vacilación de ella en darle a él el agua perecedera del pozo de Jacob, aquí se da la prominencia a la Persona de Cristo como la fuente de toda satisfacción. En Galilea había invitado Jesús a todos los “trabajados y cargados” de la familia humana a refugiarse bajo sus alas, donde hallarían “descanso” (Mateo 11:28), lo que es la misma profunda necesidad y el mismo dulce alivio de ella, bajo otra figura igualmente grata. En la sinagoga de Capernaum, (cap. 6) él se había anunciado, en diferentes formas, como “el Pan de vida”, como también capaz y autorizado para aplacar el “hambre” y apagar la “sed” de todos los que le pidiesen. Aquí no hay, ni puede haber, nada más que aquello. Pero lo que en todas aquellas ocasiones fué pronunciado en privado, o dirigido a una asamblea provincial, aquí se hace sonar en las calles de la gran metrópolis religiosa, y en lenguaje de insuperable majestad, sencillez y gracia. No es sino la antigua proclamación de Jehová que ahora suena por todos los ámbitos de la carne humana: “A todos los sedientos: Venid a las aguas”. (Isaías 55:1). A la luz de esto, no tenemos sino dos alternativas: decir como Caifás: “Es culpado de muerte”, o caer delante de él para clamar con Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!”

38. como dice la Escritura—Estas palabras pertenecen a lo que sigue: “como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre”, etc., refiriéndose no a algún pasaje particular, sino a aquellos como Isaías 58:11; Joel 3:18; Malaquías 14:8; Ezequiel 47:1; en la mayoría de los cuales la idea es la de aguas que salen debajo del templo, a la cual el Senor se compara y los que en él creen. de su vientre—es decir, de su hombre interior, su alma, como en Proverbios 20:27. ríos de agua viva—Véase la nota acerca del cap. 4:13, 14. Se refiere primeramente a la copiosidad, mas también indirectamente a la difusión, de esta agua viva para bien de otros.

39. esto dijo del Espíritu—Quien, por su operación personal directa, abre esta fuente de aguas vivas en el espíritu humano (cap. 3:6), y por su presencia en el alma renovada asegura una corriente permanente de ellas. habían de recibir los que creyesen en él—Así como el Espíritu Santo, en la redención del hombre, está enteramente al servicio de Cristo, como su agente, así sólo estando en conexión con Cristo por la fe alguno “recibe” al Espíritu. pues aun no había venido el Espíritu Santo—(Dice el original: “pues todavía el Espíritu no era”. Nota del Trad.); sin duda habrá que suplir “venido” o “dado” para completar el sentido. En el cap. 16:7, se representa al Espíritu Santo no sólo como dádiva de Cristo, sino una dádiva la comunicación de la cual dependía de la partida de Cristo a la presencia del Padre. Ahora, pues, como Cristo todavía no se había ido, así el Espíritu Santo todavía no era dado, o no había venido. Jesús no estaba aún glorificado—la palabra “glorificado” se usa aquí avisadamente, para enseñar al lector no sólo que la partida de Cristo al Padre era indispensable para enviar el Espíritu Santo, sino que este don ilustre, directo de las manos del Salvador ascendido, era una intimación de Dios al mundo de que aquel a quien el mundo había rechazado, crucificado y muerto, era “su escogido, en quien su alma toma contentamiento”, y que era por herir aquella Roca que las aguas del Espíritu, al cual la Iglesia estaba esperando, y con pompa estaba proclamando su expectativa en la fiesta de tabernáculos, habían de prorrumpir sobre un mundo sediento.

40-43. algunos … oyendo este dicho, decían: Verdaderamente, etc.—La única maravilla es que no lo hubiesen dicho todos. “Empero los sentidos de ellos se embotaron”. Otros decían: Este es el Cristo—Véase la nota acerca del cap. 1:21. ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura, que de la simiente de David … de Bethlebem, etc.—Aceptamos este testimonio espontáneo de nuestro Salvador, descendiente de David y nacido en Bethlehem. Si hubiesen hecho la indagación que el caso reclamaba, los que hicieron la pregunta, habrían sabido que Jesús “vino de Galilea” y “de Bethlehem” también, igualmente en cumplimiento de la profecía. (Mateo 2:23; Mateo 4:13).

44-49. querían prenderle; mas, etc.—Véase la nota acerca del v. 30. los ministriles vinieron—enviados para que le prendiesen, v. 32. ¿Por qué no le trajísteis?—ansiando ya tomar a su Víctima, y creyendo que sería cosa fácil prender y traerlo. Nunca ha hablado hombre así como este hombre—¡Noble testimonio de hombres sencillos! Tal vez eran extraños al intento profundo de la enseñanza de Cristo, pero había en ella algo que por su grandeza misteriosa y su pureza y gracia transparentes, los tenía encantados. Sin duda era de Dios el que ellos se sintiesen así, a fin de que su brazo quedara paralizado, pues la hora de Cristo aun no había llegado; pero hasta en la enseñanza humana ha sido sentido algunas veces un poder divino, de suerte que hombres venidos para matar a los siervos de Dios (por ejemplo, Rowland Hill) han confesado que completamente fueron privados de sus fuerzas.

47. ¿Estáis también vosotros engañados?—En sus propios sirvientes esto parecía intolerable. ¿Ha creido en él alguno de los príncipes, o de los Fariseos?—“Muchos de ellos” creyeron en él, Nicodemo y José inclusive, pero ni uno de éstos le había “confesado” abiertamente (cap. 12:42), y esta pregunta habría picado a tales de ellos que la oyeron, hasta el corazón. Mas estos comunales—lit. “esta multitud”, queriendo decir, el pueblo bajo, ignorante. que no saben la ley—es decir, por aprendizaje en la escuela. la que sólo la pervertía con sus tradiciones humanas. malditos son—echando votos contra ellos, por rabia y desprecio.

50-53. Nicodemo—reapareciendo después de una ausencia de casi tres años. de esta historia, como miembro del concilio, que probablemente estaba sesionando. ¿Juzga nuestra ley, etc.—Una contrarréplica muy justa, mas demasiado suave, y evidentemente presentada debido a la presión de la conciencia más bien que por un deseo de pronunciarse positivamente en el caso. “La debilidad de la defensa de Jesús hace contraste fuerte con la ferocidad de las contestaciones de los fariseos.” [Webster y Wilkinson]. ¿Eres tú también Galileo?—mostrando en esta mofa el desprecio que sentía por aquel partido. Hasta una palabra de cautela de parte de Nicodemo, o la sugestión más leve de que indagasen antes de condenar, era para ellos equivalente a mostrar adhesión a la causa de la Persona odiada. Escudriña y ve que de Galilea nunca se levantó profeta—¡Qué extraño! Porque ¿no se había “levantado” Jonás (de Gath-héfer) y aun Elías (de Tisbe) de Galilea? y puede haber otros de los cuales no tenemos conocimiento. Pero la rabia es ciega; el prejuicio hondo falsea los hechos. Pero parece que ellos estaban temiendo perder a Nicodemo, cuando se toman la molestia de razonar el punto con él. Fué simplemente porque él había “escudriñado”, así como ellos sugirieron, que él tomó la posición indicada.

53. fuése cada uno a su casaviendo que en aquel momento no era posible llevar a efecto sus malas intenciones. ¿Es vuestra rabia tan impotente, vosotros príncipes de los sacerdotes?

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