Lucas 9:1-62

1 Reuniendo a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades.

2 Los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.

3 Y les dijo: — No tomen nada para el camino: ni bastón ni bolsa ni pan ni dinero; ni tengan dos túnicas.

4 En cualquier casa en que entren, permanezcan allí y de allí salgan.

5 Y dondequiera que no los reciban, al salir de aquella ciudad sacudan el polvo de sus pies como testimonio contra ellos.

6 Y saliendo, pasaban de aldea en aldea anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

7 El tetrarca Herodes oyó de todo lo que estaba pasando y estaba perplejo porque algunos decían que Juan había resucitado de los muertos.

8 Otros decían que Elías había aparecido, y otros que alguno de los antiguos profetas había resucitado.

9 Pero Herodes dijo: “A Juan yo lo decapité. ¿Quién, pues, es este de quien escucho tales cosas?”. Y procuraba verle.

10 Cuando los apóstoles regresaron, contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Y él los tomó consigo y se retiró aparte a la ciudad llamada Betsaida.

11 Pero, al saberlo, las multitudes lo siguieron; y él los recibió, y les hablaba del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de ser sanados.

12 El día comenzó a declinar, y los doce se acercaron a él y le dijeron: — Despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los campos de alrededor, y se alojen y hallen comida porque aquí estamos en un lugar desierto.

13 Él les dijo: — Denles ustedes de comer. Pero ellos dijeron: — No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros y compremos comida para todo este pueblo.

14 Porque eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: — Hagan que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno.

15 Y así lo hicieron, haciendo que todos se sentaran.

16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, alzando los ojos al cielo, los bendijo. Luego los partió e iba dando a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente.

17 Todos comieron y se saciaron, y de lo que sobró recogieron doce canastas de pedazos.

18 Aconteció que, mientras él estaba orando aparte, sus discípulos estaban con él, y les preguntó diciendo: — ¿Quién dice la gente que soy yo?

19 Respondiendo ellos, dijeron: — Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas ha resucitado.

20 Y les dijo: — Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Entonces Pedro, respondiendo, dijo: — El Cristo de Dios.

21 Pero él les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.

22 Y les dijo: — Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas y que sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y que resucite al tercer día.

23 Decía entonces a todos: — Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.

24 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará.

25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre si gana el mundo entero y se destruye o se pierde a sí mismo?

26 Pues el que se avergüence de mí y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria y la del Padre y la de los santos ángeles.

27 Y les digo, en verdad, que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios.

28 Aconteció, como ocho días después de estas palabras, que tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.

29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra y sus vestiduras se hicieron blancas y resplandecientes.

30 Y he aquí, dos hombres hablaban con él. Eran Moisés y Elías,

31 quienes aparecieron en gloria y hablaban de su partida que él iba a cumplir en Jerusalén.

32 Pedro y los otros con él estaban cargados de sueño; pero se mantuvieron vigilando y vieron su gloria y a dos hombres que estaban con él.

33 Aconteció que, mientras aquellos se apartaban de él, Pedro dijo a Jesús, sin saber lo que decía: — Maestro, nos es bueno estar aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

34 Mientras él estaba diciendo esto, vino una nube y les hizo sombra. Y ellos tuvieron temor cuando entraron en la nube.

35 Entonces de la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Escogido. A él oigan”.

36 Cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo. Y ellos callaron, y en aquellos días no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.

37 Aconteció al día siguiente, cuando habían bajado del monte, que una gran multitud le salió al encuentro.

38 Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: — Maestro, te ruego que veas a mi hijo, que es el único que tengo.

39 He aquí un espíritu lo toma, y de repente grita y lo convulsiona con espumarajos; lo hace pedazos y difícilmente se aparta de él.

40 Yo rogué a tus discípulos que lo echaran fuera pero no pudieron.

41 Respondiendo Jesús, dijo: — ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes y los soportaré? Trae a tu hijo acá.

42 Y mientras aún se acercaba, el demonio lo derribó y lo convulsionó. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo y sanó al muchacho, y se lo entregó a su padre.

43 Y todos se maravillaban de la grandeza de Dios. Jesús anuncia su humillación Como todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

44 — Pongan en sus oídos estas palabras, porque el Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de hombres.

45 Pero ellos no entendían este dicho, pues les estaba encubierto para que no lo percibieran. Y temían preguntarle acerca de este dicho.

46 Entonces hubo una discusión entre los discípulos: cuál de ellos sería el más importante.

47 Pero Jesús, percibiendo los razonamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso a su lado

48 y les dijo: — Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre me recibe a mí; y cualquiera que me reciba a mí recibe al que me envió. Porque el que es más pequeño entre todos ustedes, este es el más importante.

49 Entonces respondiendo Juan, dijo: — Maestro, vimos a cierto hombre echando fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos porque no sigue con nosotros.

50 Jesús le dijo: — No se lo prohíban. Porque el que no es contra ustedes, por ustedes es.

51 Aconteció que, cuando se cumplía el tiempo en que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir a Jerusalén.

52 Envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos,

53 pero no lo recibieron porque vieron en su cara que iba a Jerusalén.

54 Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan le dijeron: — Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?

55 Él se dio vuelta y los reprendió,

56 y fueron a otra aldea.

57 Mientras ellos iban por el camino, cierto hombre le dijo: — ¡Te seguiré a dondequiera que vayas!

58 Jesús le dijo: — Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen nidos pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

59 Dijo a otro: — Sígueme. Pero él le dijo: — Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.

60 Y Jesús le dijo: — Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú ¡ve y anuncia el reino de Dios!

61 Entonces también le dijo otro: — Te seguiré, Señor, pero primero permite que me despida de los que están en mi casa.

62 Pero Jesús le dijo: — Ninguno que ha puesto su mano en el arado y sigue mirando atrás es apto para el reino de Dios.

LA MISION DE LOS DOCE APOSTOLES. Véanse las notas acerca de Mateo 10:1.

1. virtud y potestad—Jesús delimitó como también autorizó ambas.

7-9. HERODES, TURBADO POR LO QUE OIA DE CRISTO, DESEA VERLO. Véase el comentario acerca de Marco 6:14.

7. estaba en duda—“perplejo”, “aturdido”—decían algunos: Juan ha resucitado—entre muchas opiniones, ésta fué la que adoptó Herodes mismo, por el motivo, sin duda, mencionado en Marco 6:14

9. procuraba verle—pero no lo vió, mientras no le fuera enviado como prisionero por Pilato, precisamente antes de su muerte, como sabemos por el cap. 23:8.

10-17. AL REGRESO DE LOS DOCE, JESUS SE RETIRA CON ELLOS A BETHSAIDA, Y ALLI DA DE COMER A CINCO MIL. Véanse las notas acerca de Marco 6:31.

18-27. LA CONFESION DE PEDRO—EL PRIMER ANUNCIO POR EL SEÑOR DE SU PROXIMA MUERTE, Y ADVERTENCIAS RESULTANTES DE EL. Véanse las notas acerca de Mateo 16:13, y Marco 8:34.

24. quisiere salvar—tiene la intención de salvar. La fuerza de esta máxima depende (como frecuentemente en dichos tan fuertes, como por ejemplo, “deja que los muertos entierren a sus muertos”), del doble sentido dado a la palabra “vida”, un sentido inferior y superior, natural y espiritual, temporal y eterno. El sacrificio entero de la vida inferior, o una disposición de hacerlo, es indispensable para la conservación de la vida superior; y el que no puede llegar a abandonar la una por la otra, finalmente perderá las dos.

26. que se avergonzare de mí y de mis palabras—el sentido de vergüenza es uno de los más fuertes en nuestra naturaleza, uno de los afectos sociales fundado en nuestro amor a la buena reputación, el cual produce odio instintivo a lo que es capaz de rebajarla, y nos fué dado como preservativo contra todo lo que es realmente vergonzoso. Cuando uno no sabe tener vergüenza, en este sentido, está casi sin esperanza. (Malaquías 3:5; Jeremias 6:15; Jeremias 3:3.). Pero cuando Cristo y “sus palabras”, es decir el cristianismo, especialmente en sus aspectos más espirituales e inflexibles, son impopulares, el mismo deseo instintivo de quedar bien con otros, engendra la tentación de avergonzarse de él, lo que sólo el “poder expulsivo” de un afecto superior puede contrarrestar eficazmente. el Hijo del hombre se avergonzará cuando viniere, etc.—Dará a aquel hombre su propio tratamiento; lo desconocerá ante la mas augusta de todas las asambleas, y lo expondrá “para vergüenza y confusión perpetua”. (Daniel 12:2). “¡Oh, la vergüenza de ser expuesto a vergüenza delante de Dios, de Cristo y de los ángeles!” [Bengel].

27. no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios—“visto que viene con potencia” (Marco 9:1); o, “visto al Hijo del hombre viniendo en su reino” (Mateo 16:28). La referencia, fuera de duda, es al firme establecimiento y progreso victorioso, en la vida de algunos de los presentes, de aquel reino nuevo de Cristo, que estaba destinado a obrar los más grandes de todos los cambios en esta tierra, y a ser la gran garantía de la venida final de Cristo en la gloria.

28-36. JESUS ES TRANSFIGURADO.

28. ocho días después de estas palabras—incluyéndose el día cuando éstas fueron dichas y el de la transfiguración. Mateo y Marcos dicen “después de seis días”, excluyendo estos dos días. Así como las “palabras” tan definidamente relacionadas con la transfiguración, son las que anuncian su muerte de las cuales se asombraron y se escandalizaron Pedro y todos los Doce, así esa escena fué proyectada para mostrar a los ojos como al corazón cuán gloriosa sería aquella muerte en la opinión de Dios. a Pedro y a Juan y a Jacobo,—socios antes en negocios seculares; ahora los únicos testigos de la resurrección de la hija de Jairo (Marco 5:37), de la transfiguración, y de la agonía en el huerto (Marco 14:33). al monte—no el Tabor, según una larga tradición, con el cual los hechos concuerdan mal, sino algún monte cerca del lago. a orar—porque era crítico y de ansiedad el período al cual ahora llega. (Véase la nota acerca de Mateo 16:13). Pero ¿quién puede adecuadamente traducir: “llantos fuertes y lágrimas fuertes”? Me parece, como me arrimo a su lado, que oigo de parte de él estos sonidos tristes: “Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Vine a los míos, y los míos no me recibieron; he sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre; mira mis enemigos, que se han multiplicado, y con odio violento me aborrecen; Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre. Tú que estás entre querubines, resplandece; Haz conmigo señal para bien; Padre, glorifica tu nombre.”

29. entre tanto que oraba, la apariencia, etc.—antes que llamara, recibió contestación, y mientras todavía hablaba, fué oído. ¡Bendita interrupción a esta oración! Gracias a Dios, las manifestaciones transformadoras no son extrañas aquí. Muchas veces en medio de las profundidades, de entre gemidos indecibles, los hijos de Dios repentinamente son transportados a una especie de cielo sobre la tierra, y su alma es hecha como los carros de Aminadab. Sus oraciones traen abajo tal luz, fuerza, santa alegria que hacen que brille su rostro, con una especie de esplendor celestial. (2 Corintios 3:18, con Éxodo 34:28). vestido blanco, etc.—Mateo dice: “Resplandeció su rostro como el sol” (Éxodo 17:2), y Marcos: “Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos” (Éxodo 9:3). La luz, pues, parecería, resplandeció sobre él no desde fuera, sino desde dentro de él para fuera; él mismo era todo irradiado, en toda una llamarada de gloria celestial. ¡Que contraste con aquel “parecer más desfigurado que los hombres, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres” (Isaías 52:14).

30, 31. dos varones que hablaban con él,… Moisés y Elías;… aparecieron en majestad—“¿Quién habría creído que éstos no eran ángeles, si no hubiesen sido agregados sus nombres humanos?” [Bengel.] (Cf. Hechos 1:10; Marco 16:5). Moisés representaba “la ley”, y Elías “los profetas”, y los dos juntos todo el testimonio de las Antiguas Escrituras y de los santos del Antiguo Testamento, a Cristo; ahora no presentado en un libro, sino por hombres vivientes; no a un Mesías venidero, sino a uno venido, visiblemente, porque “aparecieron”, y audiblemente porque “hablaron”. hablaban—estaban hablando—de su salida—hermoso eufemismo (término suavizado) por su muerte, el cual Pedro, quien contemplaba la escena, usó para expresar su propia muerte esperada, y el uso de aquel mismo término aparentemente provocó toda una arremetida de recuerdos, y ocasionó aquella exquisita alusión a esta escena, hallada en 2 Pedro 1:15. en Jerusalem—Nótense el carácter histórico y rasgos locales que la muerte de Cristo asumió para estos hombres glorificados, tan importantes como encantadores, y véase la nota acerca del cap. 2:11. ¿Qué podemos aprender ahora en esta declaración? (1). Que un Mesías moribundo es el gran artículo de la verdadera teología judía. Por mucho tiempo aquel pueblo se había apartado completamente de la fe de este artículo, y aun de una preparación para recibirlo. Pero aquí tenemos esta joya, sacada del muladar de las tradiciones judías, y por los verdaderos representantes de la antigua dispensación, hecha el tema de conversación con Cristo mismo. (2) La gratitud reverente de hombres glorificados por el empeño de Cristo en cumplir tal partida; su dependencia consciente de la muerte de él para la gloria en la cual aparecieron; su profundo interés en el progreso de ella; sus humildes consuelos y alientos para cumplirla; y su sentido de la gloria incomparable e irresistible de ella. “Ve al matadero, Ser incomparable, adorado, Cordero. Rechazado por los hombres, mas escogido por Dios; deshonrado, aborrecido, y pronto a ser muerto por los hombres, mas adorado por los querubines, pronto a ser recibido con gozo por todos los seres celestiales. En virtud de su muerte, nosotros estamos aquí; nuestro todo depende de ella y está entregado a ella. Con interés inefable observamos cada uno de tus pasos; y aunque sería un honor demasiado grande el que se nos permitiera dar una palabra de aliento a aquel espíritu precioso, mas ahora entenebrecido, sin embargo, como las primicias de la cosecha, el mismo gozo presentado ante él, no podemos menos que decirle que lo que para él es la vergüenza más grande, está cubierto de gloria a los ojos del cielo; que lo que fué la cruz para él, es la corona para nosotros, y que aquella “salida” es toda la salvación nuestra y todo lo que anhelamos”. Y ¿Quién puede dudar de que tal escena proporcionara profundo aliento a aquel espíritu? Se dice que ellos “hablaban” no a él, sino con él; y si ellos le dijeron a él cuán gloriosa era su muerte, ¿no podría él acertadamente contestar: “Ya lo sé, mas vuestra voz, como mensajeros bajados del cielo para decírmelo, es música en mis oídos”?

32. como despertaron—así, traducen la mayoría de las versiones, y así lo entienden muchos comentaristas; pero si traducimos literalmente, sería “pero habiendo quedado despiertos”. [Meyer, Alford.] Tal vez “habiéndose despertado” (Olshausen) puede ser que llegue bastante cerca del sentido literal; pero por la palabra usada solamente podemos entender que ellos sacudieron su somnolencia. Fué de noche, y parece que el Señor había pasado la noche entera en la montaña (v. 37). vieron su majestad, etc.—el énfasis cae sobre “vieron”, calificándolos de ser “testigos oculares de su majestad” (2 Pedro 1:16).

33. apartándose ellos—¡Ah! las brillantes manifestaciones en este valle de lágrimas son siempre manifestaciones que “se apartan”.

34, 35. una nube—no una de nuestras nubes acuosas, sino la nube de la “Shekinah” (véase la nota acerca de Mateo 23:39), el pabellón de la presencia manifiesta de Dios con su pueblo, lo que Pedro llama “la gloria excelente”, o “la magnífica gloria” (2 Pedro 1:17). una voz—“una tal voz”, dice Pedro enfáticamente; “y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos juntamente con él en el monte santo” (2 Pedro 1:17). Este es mi Hijo amado; a él oídreverencialmente, de todo corazón, a él solo.

36. Jesús fué hallado solo—Moisés y Elías se han ido. Su obra está terminada, y ellos han desaparecido del escenario, conscientes sin duda, junto con su consiervo el Bautista de que: “A él conviene crecer, mas a mí menguar”. Se ha ido también la nube, y el Cristo solo, majestuoso, vigorizado en espíritu, entronizado en el afecto reverente de sus discípulos, es dejado … dejado para sufrir. ellos callaron—conociendo, por una vez por lo menos, que tales cosas eran impropias todavía para que todos las vieran.

37-45. UN MUCHACHO ENDEMONIADO SANADO—SEGUNDO ANUNCIO POR CRISTO DE SU MUERTE Y RESURRECCION.—Véanse las notas acerca de Marco 9:14.

43-45. la grandeza de Dios—“la majestad” o “potencia” de Dios manifestada en este último milagro, la transfiguración, etc: la grandeza divina de Cristo que estaba aumentando ante ellos día tras día. Comparando Mateo 17:22 y Marco 9:30, llegamos a entender que éste había sido el tema de la conversación entre los Doce y su Señor, mientras iban viajando. esta palabra—no lo que estaba pasando entre ellos acerca de su grandeza [Meyer, etc.]. sino lo que él estaba por repetir la segunda vez acerca de sus sufrimientos [De Wette, Stier, Alford, etc.]; es decir: “No estéis demasiado entusiasmados por toda esta grandeza mía, sino tened presente lo que os he dicho ya, y que ahora repito, que aquel Sol en cuya luz ahora os regocijáis, pronto ha de ponerse en la obscuridad de media noche”. “El Hijo del hombre”, dice Cristo, “en manos de hombres”, una antítesis notable (también en Mateo 17:22, y Marco 9:31), y temían—Sus ideas más acariciadas fueron tan completamente destruídas por tales anuncios, que ellos tenían temor de exponerse a reprensiones, si le hicieran algunas preguntas.

UNA CONTIENDA ENTRE LOS DOCE ACERCA DE QUIEN SERIA EL MAYOR—JUAN ES REPRENDIDO POR SU ESTRECHEZ.

46-48. Véase la nota acerca de Mateo 18:1.

49, 50. respondiendo Juan, etc.—El vínculo de conexión aquí con el contexto, está en las palabras “en mi nombre” (v. 48). “¡Ah! sí; en cuanto a eso (dijo Juan, joven, impulsivo, mas no suficientemente entendido en la enseñanza de Cristo en estas cosas), hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos: ¿Tuvimos razón?” “Hicisteis mal”. “Pero lo hicimos, porque no sigue con nosotros”. “No importa. Porque (1) “Ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí”, Marco 9:39. Y (2) si no se puede suponer que tal persona esté contra nosotros, vosotros habéis de tenerlo como para nosotros”. Son dos principios de inmensa importancia. Cristo no dice que este hombre no debería haber seguido “con ellos”, sino simplemente enseña cómo había de ser mirado, aunque no seguía con ellos: como reverenciador de su nombre y promotor de su causa. Seguramente esto condena no sólo a aquellas horribles tentativas por la fuerza de encerrar todos dentro de una visible sociedad de discipulado, las cuales han anegado la cristiandad en sangre en el nombre de Cristo, sino el mismo espíritu en su forma más suave de orgulloso ceño eclesiástico sobre todos los que “conforme a aquel camino que llaman herejía (o “secta” como quiere decir la palabra, Hechos 24:14), así sirven al Dios de nuestros padres”. La unidad visible en la Iglesia de Cristo debe ser buscada sinceramente pero este no es el camino a ella. Véase el noble espíritu de Moisés, Números 11:24. (La uniformidad del Evangelio es una necesidad, mas con la pluralidad de iglesias, según el modelo que hallamos en el Nuevo Testamento. Nota del Trad.)

51-56. COMO SE ACERCA EL PERIODO DE SU ASUNCION, CRISTO SE DESPIDE DE GALILEA—LOS SAMARITANOS SE NIEGAN A RECIBIRLO.

51. como se cumplió el tiempo—más bien, “los días se cumplían”, o llegando a su cumplimiento—en que había de ser recibido arriba—lit. “días de su levantamiento” (Nota del Trad.), de su “asunción”, su exaltación al lugar de su Padre; una expresión sublime que abarca todo el curso de su carrera, como si en un salto hubiera él de subir a la gloria. La obra de Cristo en la carne está dividida aquí en dos etapas grandes; perteneciendo a una todo lo que antecede a esta fecha y todo lo que sigue, a la otra. Durante la una él “vino a lo suyo”, y los “habría juntado”; durante la otra, se revelaban rápidamente las terribles consecuencias del hecho de que “los suyos no le recibieron”. afirmó su rostro—el “El” aquí es enfático—“El mismo entonces afirmó su rostro.” Véase su propio lenguaje profético: “Puse mi rostro como un pedernal”, Isaías 50:7. para ir a Jerusalem—como su meta, pero incluyendo sus visitas preparatorias a ella en las fiestas de tabernáculos y de dedicación (Juan 7:2, Juan 7:10; y 10:22, 23), y todos los movimientos y acontecimientos intermedios.

52. mensajeros delante de sí, .. para prevenirle—No había hecho esto antes; pero ahora, en vez de evitar la publicidad, parece buscarla, como todo contribuye a madurar su misión.

53. no le recibieron, porque, etc.—Los galileos, yendo a las fiestas en Jerusalén, generalmente tomaban el camino por Samaria [Josefo, Antigüedades, 20. 6. 1], pero parece que no hallaban semejante inhospitalidad. Pero si se les pidiese preparar alojamiento para el Mesías, en la persona cuya “traza era de ir a Jerusalem”, serían despertados sus prejuicios nacionales por semejante desaire a sus pretensiones. (Véase la nota acerca de Juan 4:20).

54. Jacobo y Juan—no Pedro, como hubiéramos esperado, sino aquellos “hijos del trueno” (Marco 3:17), quienes más tarde iban a querer tener para sí todos los honores más altos del reino, y el menor de los cuales ya había sido reprendido por su estrechez (vv. 49, 50). Pero fué éste “el discípulo a quien amaba Jesús”. mientras que el otro voluntariamente bebió la copa amarga de su Señor. (Véanse las notas acerca de Marco 10:38 y Hechos 12:12). Aquel mismo celo fogoso, en forma madurada y santificada, hallamos en 2 Juan 5:10 y 3 Juan 1:10, Joel 1:10. fuego del cielo,. . como … Elías—un caso plausible, que también ocurrió en Samaria (2 Reyes 1:10).

55, 56. no sabéis de qué espíritu, etc.—“La cosa que pedís, aunque está de acuerdo con la dispensación legal, es impropia para el carácter de la dispensación evangélica.” Las chispas de indignación impía se asirían alegremente de este ejemplo de Elías, aunque la reprensión de nuestro Señor (como es claro por el v. 56) se dirige al principio implicado más bien que al calor animal que sin duda promovió la referencia. “Es una oración áurea de Tillotson: Que nunca hagamos algo por la religión que sea contrario a la religión”. [Webster y Wilkinson]. Porque el Hijo del hombre, etc.—un dicho realmente divino, del cual todos sus milagros, por la salvación, nunca por la destrucción, eran una ilustración continua. se fueron a otra aldea—ilustrando su propio precepto, Mateo 10:23.

57-62. INCIDENTES ILUSTRATIVOS DEL DISCIPULADO.

57, 58. El Discípulo Precipitado. Véase la nota acerca de Mateo 8:19.

59, 60. El Discípulo Moroso. Véase Mateo 8:21.

61, 62. El Discípulo Irresuelto. Te seguiré … mas—El segundo discípulo tuvo también un “pero”, una dificultad que se le interpuso en aquel momento. Sin embargo, la forma diferente de tratar los dos casos demuestra cuán distinto fué el espíritu de los dos, y a este espíritu se refirió el Señor. El caso de Eliseo (1 Reyes 19:19), aunque aparentemente similar al de este último discípulo, es muy diferente del acto de mirar atrás” en este caso, y la mejor ilustración es la que se presenta en el caso de los convertidos hindúes de nuestros días, quienes, cuando son persuadidos para que dejen a sus padres espirituales, para despedirse de los que están en su casa, rara vez vuelven al lado de sus padres espirituales. Ninguno que, etc.—Así como el arar requiere que se ponga la atención en el surco que va en el momento en que el arador vuelve la vista se arruina el surco, los que prosiguen la obra de Dios con atención distraída, con corazón dividido no alcanzarán la salvación. Aunque la referencia es especialmente adecuada para los ministros, la aplicación es general. La expresión “mirar atrás” tiene referencia manifiesta a la esposa de Lot. (Génesis 19:26; y véase la nota acerca del cap. 17:32). No es que verdaderamente vuelva al mundo, aino que tiene reticencia para desligarse de él.

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