Y el cuarto ángel. Aquí está el castigo de los griegos durante el asedio de Constantinopla por los turcos, donde los camiones de bomberos, que entonces fueron utilizados por primera vez, redujeron tanto al ejército griego, que las murallas de la ciudad quedaron reducidas a cenizas, y todo el pueblo a las llamas. De ahí que parezca que los griegos se quemaron con gran calor; y cómo blasfeman el nombre de Dios, parece demasiado evidente en la historia de Notaros, almirante de la flota Constantinopolitana. (Pastorini)

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