Terrible, por el despliegue de tantos instrumentos del poder de Dios; relámpagos, fuego, una densa nube, varios truenos y sonido de trompeta; además de la lluvia y la compañía de millones de ángeles, Salmo lxvii. 9, 18. ¡Cuán diferente fue la apariencia de Sión, cuando Jesús proclamó su evangelio! (Hebreos xii. 18.)

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