Sal a trabajar en el campo, según Grocio; o mejor dicho, disfrutar de su libertad. Un padre que vendió a su hija, siempre esperó que ella fuera la esposa del comprador o de su hijo. Si esto no sucedía, quedaba libre después de seis años, o antes, si su amo moría. Constantino sancionó el poder de los romanos para vender a sus hijos. Los frigios y tebanos tenían la misma costumbre. (Calmet)

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