Setenta veces. Ocurre una expresión similar, Mateo xviii. 22, para denotar un gran pero indefinido número. Dios había prometido vengar siete veces el asesinato de Caín, aunque había pecado voluntariamente; por eso Lamech espera que, como había obrado por error y cegado por la pasión, al golpear al joven, el hijo de Tubalcain, merecería ser protegido aún más de caer presa de la furia de cualquier otro.

Pero muchos rechazan esta tradición como fabulosa, desconocida para Filón, Josefo, etc. Moisés en ningún lugar menciona la muerte de Caín. Algunos, por tanto, entienden este pasaje con un interrogatorio; como si, para convencer a sus esposas de que su pecado no fue tan enorme como se suponía, dijera: No pienses en dejarme. ¡Qué! ¿He matado a un joven, como Caín mató a Abel, y todavía se le ha permitido vivir sin ser molestado? ¿O he golpeado a alguien para que me castiguen? Onkelos, en efecto, niega el mismo significado, "No he matado, etc." (Calmet) otros entienden este pasaje, como si Lamec considerara sus crímenes como mucho más graves que incluso los de Caín. (Tirino)

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