Podemos observar aquí brevemente, que la controversia fue finalmente ajustada por el decreto del Concilio. En segundo lugar, que todos, no sólo los gentiles, sino también los cómplices y maestros de la disensión anterior, experimentaron un gran consuelo en la promulgación de la decisión, recibiéndola como la resolución no de meros hombres mortales, sino del Espíritu Santo. Nos ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad