Él mismo, para sujetar su brazo, se estiró para castigar a su hijo; o para secundarlo. No hay nada en el hombre que detenga la venganza de Dios. Por tanto, perdona por su propia bondad, cap. lix. 2. y lxiii. 4. (Calmet) --- Se hizo hombre para redimirnos, como ningún mortal puro podría hacerlo. (Worthington)

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