Y vio que no había ningún hombre, ningún héroe, ningún campeón que obrar la liberación, y se asombró de que no hubiera ningún intercesor, nadie que interpusiera en favor del pueblo oprimido; por tanto, su brazo le trajo la salvación a él, a Israel, y su justicia le sostuvo. Dio evidencia de su celo por la salvación de aquellos a quienes había escogido para los suyos, porque él es el Redentor de su Iglesia. El Señor invocó Su omnipotencia y Su misericordia, como expresión de la fidelidad de su pacto, para llevar la salvación a Su pueblo fiel.

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