Habiendo declarado Cristo que era más grande que Moisés, (puesto que Moisés no podía prometerles pan que nunca perecería), los judíos deseaban alguna señal por la cual pudieran creer en él; por eso dicen: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, pero tú solo nos diste pan; ¿Dónde, pues, está la comida que no perece? Por tanto, Cristo les responde que la comida que Moisés les dio no era el verdadero maná del cielo, sino que era sólo una figura de sí mismo, que descendió del cielo para dar vida al mundo.

(San Agustín) --- San Juan Crisóstomo observa que los judíos aquí reconocen que Cristo es Dios, ya que le ruegan a Cristo no meramente que le pida a su Padre que se lo dé; pero tú nos la das.

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