Moisés no os dio pan del cielo; es decir, el maná no fue dado a sus antepasados ​​por Moisés, sino por la bondad de Dios. En segundo lugar, ni vino del cielo, sino de las nubes, o solo de la región del aire. En tercer lugar, no hizo vivir eternamente a los que lo comen; pero los que me comen espiritualmente, el pan vivo; es decir, cree en mí y guarda mis mandamientos, vivirá para siempre. --- Ver.

37, 44 y 66. Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre lo atraiga. [1] Estos versículos son comúnmente expuestos por los elegidos de Dios; que no sólo son llamados, sino salvados, por una particular misericordia y providencia de Dios. Se dice que Dios los atrae hacia sí con gracias especiales y eficaces, pero sin ninguna fuerza o necesidad, sin perjuicio de la libertad de su libre albedrío. Se dice que un hombre, dice San Agustín, se siente atraído por sus placeres y por lo que ama. (Witham)

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