Una inmundicia; es decir, como el que se contrajo al colocar el cadáver o tocarlo; o al entrar a la casa, o asistir al funeral, etc. (Challoner) --- A la muerte. Hebreo, "por un alma"; con este nombre se denota aquí el cadáver, porque una vez había sido gobernado por el alma. (San Agustín, q. 81.) Esta ley se relacionaba sólo con la familia de Aarón, cuando ninguna necesidad absoluta o relación cercana requería su asistencia.

Cuando tales oficios de caridad deben considerarse corruptos, no es fácil decirlo. Pero los antiguos generalmente los consideraban de esta manera, cap. X. 6. Porfirio preguntó a Anebo por qué el santo inspector no tocaba a los muertos, ya que en todas las transacciones sagradas generalmente interviene la muerte de los animales. No conocemos la respuesta de este pretendido profeta Egipto; y Jamblicus confiesa que no puede resolver la dificultad.

Los romanos colocaron una rama de ciprés delante de la puerta donde yacía un cadáver, para que ningún sacerdote lo viera sin pensar y se contaminara. (Servio) "A su regreso de un funeral se rociaron con agua y pasaron por encima del fuego". (Festo) Los rabinos dicen que nadie podía ser enterrado en Jerusalén, ni en las ciudades de los levitas, a causa de la santidad de esos lugares, y por temor a que los sacerdotes pudieran contraer alguna impureza.

(Calmet) --- Para dar cuenta de todas estas regulaciones, solo necesitamos observar que tal era la voluntad de Dios; y aquí seguramente se puede decir, stat pro ratione voluntas. De este modo, podría tener la intención de ejercer su obediencia; para evitar que sus mentes se depriman demasiado al ver a los muertos, y para recordarnos a todos que debemos evitar con cuidado el pecado, que mata el alma y nos hace realmente inmundos ante Dios. (Haydock)

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