Lo traje a tus discípulos. Con estas palabras, el hombre aquí mencionado acusa en privado a los apóstoles, aunque la imposibilidad de la curación no siempre debe atribuirse a la debilidad de los siervos de Dios, sino a veces a la falta de fe en los afligidos. (San Jerónimo) --- ¡Quédense asombrados de la locura de este hombre! ¡Cómo acusa a los apóstoles ante Jesús! Pero Cristo los libera de esta inculpación, imputando la culpa enteramente al hombre mismo.

Porque es evidente, por muchas circunstancias, que era débil en la fe. Nuestro Salvador no arremete contra este hombre solo, no para herir sus sentimientos con demasiada sensatez, sino contra todo el pueblo de los judíos. Podemos inferir, que muchos de los transeúntes abrigaban nociones falsas de sus discípulos, a partir de estas palabras de merecido reproche: ¡Oh! Generación incrédula e incrédula, ¿hasta cuándo estaré con vosotros? En estas palabras, nos muestra cuánto deseaba su pasión y su partida.

(San Juan Crisóstomo) --- No debemos imaginar que nuestro Salvador, que fue la mansedumbre y la apacibilidad misma, pronunció en esta ocasión palabras de ira e intemperancia. Al igual que un médico sensible y tierno, que observa a su paciente ignorando totalmente sus prescripciones, dice: ¿Hasta cuándo le visitaré? ¿Cuánto tiempo pediré una cosa y tú harás lo contrario? Por tanto, Jesús no se enoja con el hombre, sino con los vicios del hombre; y en él reprende a los judíos, en general, por su incredulidad y perversidad. (San Jerónimo) --- El sentimiento general es que estos reproches se limitan al pueblo; algunos los extienden a los apóstoles. Ver más abajo, ver. 19. (Biblia de Vence)

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