Amén, les digo. A estos judíos se les infligieron castigos más severos a causa de sus transgresiones más graves y atroces; porque nada había podido apartarlos de su maldad. Tenían el ejemplo de sus antepasados ​​ante sus ojos, irritando continuamente la ira de Dios; sin embargo, todo lo que habían sufrido por sus crímenes, no podía incitarlos a dejar sus caminos pecaminosos; pero procedieron más lejos que sus antepasados ​​en impiedad, y por lo tanto deberían recibir una condena más severa.

Así, aunque Lamec no había matado a un hermano, pero había descuidado ser más prudente después del castigo ejemplar de Caín, todavía gritó: Se recibe siete veces el castigo de Caín, pero de Lemec setenta veces siete. (Génesis IV.) (San Juan Crisóstomo, hom. Lxxiii.)

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